viernes, 25 de octubre de 2019

La bella princesa

La bella princesa

La bella princesa

Un cuento para pensar

Vivía una vez en un pueblecito pesquero una joven de origen pobre, pero que era increíblemente hermosa, famosa en todo el reino por su belleza. Ella, conocedora de su belleza y de la admiración que despertaba entre los jóvenes del reino, rechazaba a todos los pretendientes que se acercaban a pedir su mano, y le decía con total seguridad a su madre “Tranquila mamá, que pronto vendrá un apuesto príncipe, que se enamorará de mí y me pedirá en matrimonio”. De pronto a lomos de un impresionante corcel llegó al pueblo un guapísimo príncipe y éste,nada más verla, se enamoró perdidamente de ella y empezó a enviar regalos y dedicarle maravillosas poesías, hasta que consiguió que la joven dijera que sí . La boda fue grandiosa y espectacular, y todos comentaban que hacían una pareja perfecta.
Pero cuando la boda se acabó y las fiestas terminaron, ella se dió cuenta que su maravilloso príncipe no era tan maravilloso como ella pensaba. Era un terrible tirano con su pueblo, la presentaba como de un trofeo de caza, alardeando de su gran belleza y era egoísta y mezquino. Cuando descubrió que todo en su marido era una falsa apariencia, con la que había conseguido conquistarla,  no dudó en decírselo, pero él con una gran y cínica sonrisa le respondió de forma similar, “ te  recuerdo que sólo me casé contigo por tu belleza, y que tú misma podrías haber elegido a otros muchos antes que a mí, que seguramente estaban enamorados de tí, tanto de tu belleza como de tu interior, de no haberte dejado llevar por la ambición y tus ganas de vivir en un palacio”.
La princesa lloró durante muchos días, sobre todo al darse cuenta de la enorme verdad de las palabras de su cruel marido. Y se acordaba de tantos y tantos jóvenes buenos y honrados a quienes había rechazado sólo por convertirse en una princesa.
Desesperada la princesa trató de huir de palacio, pero el príncipe se dió cuenta y no lo consintió, pues todos los nobles de su reino y de los reinos vecinos, hablaban de la extraordinaria belleza de su esposa,  y con eso aumentaba su fama de hombre excepcional, cosa que le producía un enorme placer y un gran orgullo. Tantas veces intentó la princesa escapar, que este acabó por encerrarla y  puso varios guardias que la vigilaban constantemente.
Tras pasar un tiempo encerrada, uno de los guardias empezó a sentir lástima por la princesa, y en sus encierros trataba de animarla y darle conversación. Así de esta forma, con el paso del tiempo se fueron haciendo buenos amigos. Un día  la princesa pidió a su guardián, que dada la amistad que les unía, que por favor que la dejara escapar. Pero el soldado, que era noble y  leal a su rey, no accedió a la petición de la princesa. Sin embargo, le respondió:
– Si deseáis tanto huir de aquí, yo sé una forma de hacerlo, pero le advierto princesa que el  sacrificio por vuestra parte va a ser enorme.
La princesa accedió, confirmando que estaba dispuesta a cualquier cosa, y el soldado continuo:
– Ya que el príncipe sólo os quiere por vuestra belleza, si os desfiguráis el rostro, ya no le servireis para presumir y sacar pecho ante los demás príncipes y para evitar que nadie os vea seguro que os enviará lejos de palacio, y borrará cualquier rastro de vuestra presencia. Ya sabemos lo cruel y  miserable que puede llegar a ser.
La princesa poniendo las manos en su rostro respondió sollozando:
– ¿Desfigurar mi bella cara? ¿Y a dónde iré después? ¿No te das cuenta que mi belleza es lo único que tengo? ¿Nadie querrá saber nada de una mujer horrible, fea e inútil como yo?
– Yo lo haré – respondió el soldado hincando su rodilla en el suelo, pues en el trato diario con la princesa había terminado enamorándose de ella – Para mí sois aún más bella por dentro que por fuera.
Y entonces la princesa se dió cuenta que también amaba a aquel honrado y leal soldado. LLorando amargamente, tomó la mano del soldado, y empuñando juntos un puñal, hicieron en su rostro dos largos y profundos cortes.
Cuando el príncipe fué a visitar a la princesa contempló horrorizado el rostro de su esposa, y tuvo la reacción que el guardían había previsto. Le dijo que no quería verla nunca más y que se fuera lo más lejos que pudiera, además se inventó una heroica historia sobre la muerte de la princesa que hizo que su leyenda sobre su belleza y bondad fuera más popular entre la gente. Mando al guardia que la acompañara y escoltara lo más lejos que pudiera.
De esa manera partieron los dos completamente felices y alegres, y la joven del bello rostro pudo por fin ser feliz junto a su maravilloso soldado, la única persona del mundo que  no apartaba la mirada al ver su rostro, pues a través de él podía ver siempre su corazón.

jueves, 17 de octubre de 2019

La ratita presumida

La ratita presumida

La ratita presumida
Autor: Charles Perrault

Había una vez una ratita muy presumida, después de mucho pensarlo, decidió que se compraría un lazo rojo para ponerlo en su rabito. Al día siguiente, salió rumbo al mercado con su moneda en el bolsillo. Cuando llegó, pidió al tendero que le vendiera un trozo de su mejor cinta roja. La compró y volvió a su casa.
Al llegar a su casita, se paró frente al espejo y se colocó el lacito en el rabo. Estaba tan bonita, que no podía dejar de mirarse. Salió al portal para lucir su nuevo lazo y entonces se acercó un gallo y le dijo:
- Buenos días, Ratita. ¡Qué guapa que estás hoy!
- Gracias, señor Gallo.
- ¿Te casarías conmigo?
- No lo sé. ¿Cómo harás por las noches?
- ¡Quiquiriquí!- respondió el gallo.
- Contigo no me puedo casar. Ese ruido me despertaría.
Se marchó el gallo malhumorado. En eso llegó el perro:
- Pero, nunca me había dado cuenta de lo bonita que eres, Ratita. ¿Te quieres casar conmigo?
- Primero dime, ¿cómo haces por las noches?
- ¡Guauuu, guauuu!
- Contigo no me puedo casar, porque ese ruido me despertaría.
Un Ratoncito que vivía junto a la casa de la Ratita, y siempre había estado enamorado de ella, se animó y le dijo:
- ¡Buenos días, vecina! Siempre estás hermosa, pero hoy, mucho más.
- Muy amable, pero no puedo hablar contigo, estoy muy ocupada.
El Ratoncito se marchó cabizbajo. Al rato, pasó el señor Gato, que le dijo:
- Buenos días, Ratita. ¡Qué linda que estás. ¿Te quieres casar conmigo?
- Tal vez, pero, ¿cómo haces por las noches?
- ¡Miauu, miau!- contestó dulcemente el gato.
- Contigo me casaré, pues con ese maullido me acariciarás.
El día antes de la boda, el Gato invitó a la Ratita para una comida. Mientras el gato preparaba el fuego, la Ratita quiso ayudar y abrió la canasta para sacar la comita. Con sorpresa vio que estaba vacía.
- ¿Dónde está la comida?- preguntó la Ratita.
- ¡La comida eres tú!- dijo el Gato enseñando sus colmillos.
Cuando el gato estaba a punto de comerse a Ratita, apareció Ratoncito, que los había seguido, pues no se fiaba del gato. Tomó un palo encendido de la fogata y lo puso en la cola del gato, que salió huyendo despavorido. La Ratita estaba muy agradecida y el Ratoncito, muy nervioso le dijo:
- Ratita, eres la más bonita. ¿Te quieres casar conmigo?
- Tal vez, pero, ¿cómo harás por las noches?
- ¿Por las noches? Dormir y callar. ¿Qué más?
- Entonces, contigo me quiero casar.
Así se casaron y fueron muy felices.

jueves, 10 de octubre de 2019


HADA MADRINA

HADA MADRINA




Érase una vez una pareja que cumplía bodas de plata y también sus 60 años de edad. Durante la celebración tuvieron la visita de un hada madrina que les dijo:

"Como premio por haber tenido un matrimonio ejemplar durante 25 años, les concedo a cada uno un deseo."

"¡Quiero hacer un viaje alrededor del mundo con mi querido marido!" -pidió la mujer. El hada movió la varita mágica y...
¡abracadabra! Los pasajes aparecieron en las manos de la mujer.

Después le tocó el turno al marido. Él pensó por un momento y dijo:
"Bueno... este clima es muy romántico, pero una oportunidad así sólo se da una vez en la vida. Por lo que... perdóname, mi amor, pero... mi deseo es tener una mujer 30 años más joven que yo..."

La mujer quedó shockeada, pero un deseo es un deseo... El hada hizo un círculo con la varita mágica y... abracadabra! El hombre pasó a tener 90 años!!!

Moraleja:
Los hombres podrán ser hijos de puta... pero las hadas madrinas... son mujeres!!!


miércoles, 16 de marzo de 2016

LA LECHERITA

LA LECHERITA
la lecherita

Una fàbula de Esopo

La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros: 
-Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas donde todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.- 
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su contenido. Y así todos sus planes acabaron en un instante.


No te ilusiones con lo que aún no tienes.

SEXTA TRAVESURA de Max y Moritz

SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz



 Del libro de Wilhelm Busch ": Max und Moritz " Una historieta en siete travesuras (1865)

Traducción: Mercedes Neuschäfer-Carlón

Ilustraciones: Wilhelm Busch



         Por Pascua, los pasteleros
         amasan dulces caseros:
         tartas, bollos, pastas finas,
         bizcochos y golosinas.
         Max y Moritz, que lo saben,
         en sí de gozo no caben.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         El pastelero, ojo alerta,
         cierra con llave la puerta.
        
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz
 
         Así que, para robar,
         por el tejado hay que entrar.
          
        
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz
Bajan los dos a la vez,
         más negros, ¡ay!, que la pez,
          
        
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz
cayendo, de sopetón,
         en la harina del arcón.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Salen, como es natural,
         con aspecto fantasmal.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         ¡Santo Dios! ¡Qué maravillas!
         Tres suculentas rosquillas.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Cede la silla y, ¿qué pasa?:
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         ¡que aterrizan en la masa!
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         ¡Dos pícaros rebozados
         por culpa de sus pecados!
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Aparece el pastelero
         y descubre el desafuero.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Por castigar sus desmanes,
         hace con ellos dos panes.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Y para mayor bochorno
         ¡los introduce en el horno!
          

         Aquellos dos condenados
         reaparecen bien dorados.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         ¿Requiescant in pace? ¿Amén?
         ¡Nada de eso! ¡Les fue bien...!
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Salen como dos ratones,
         royendo los cascarones.
          
SEXTA TRAVESURA de   Max y Moritz

         Y el pastelero, asombrado,
         se lamenta: «¡Han escapado!
         La sexta ha sido fatal,
         la postrera, otra que tal...



miércoles, 2 de marzo de 2016

QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz

QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz

 
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
 

 Del libro Max und Moritz: Una historieta en siete travesuras escrito por Wilhelm Busch en 1865. Los dibujos son también de Wilhelm Busch, y la traducción del alemán es de Mercedes Neuschäfer-Carlón

        

 

         El que tenga un tío carnal
         no debe tratarlo mal:
         será cortés y discreto,
         con el debido respeto.
         Es conveniente decirle:
         «¡Aquí estoy, para servirle!».
         «¿Le apetece alguna cosa? »
         «¿Bicarbonato de sosa? »
         «¿La Gaceta? » ¡Lo que diga!
         «¿Que le rasque la barriga...?»
         Así ha de ser un sobrino:
         diligente, atento y fino.
         Todo tiene su porqué,
         hasta el tabaco rapé,
         y al oír el patatús,
         hay que responder: «¡Jesús!».
         Y cuando caen cuatro gotas,
         hay que sacarle las botas,
         si hace frío, de rodillas,
         ponerle las zapatillas;
         resumiendo: noche y día
         hay que estar sirviendo a usía.
         A Max y Moritz todo esto
         les parecía molesto.
         Y a su respetable tío,
         lo metieron en un lío.
         Del abejorro la vida
         suele ser bien conocida.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
Gustan de volar zumbando
         de hoja en hoja, alborotando,
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
La pareja, en son de guerra,
         los obliga a tomar tierra.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
Y como han caído muchos,
         rellenan dos cucuruchos,
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
que esconden, rápidamente,
         en la cama del pariente.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
Aquí sale a relucir,
         con su gorro de dormir;
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
se tapa, bien tapadito,
         y ronca como un bendito.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
Del edredón por los forros,
         asoman los abejorros.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
El primero de la fila
         por la nariz se le enfila.
           
      
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
   «¡Demonios! ¡Un vil insecto!»,
         y captura al interfecto.
           
       
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
  Luego, al ver que son legión,
         le da un vuelco el corazón.
           
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
        
Los bichos, con malas artes,
         lo acosan por todas partes,
           
       
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
  zumban y revolotean,
         hasta que al tío marean.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
En asuntos de emergencia,
         se recurre a la violencia:
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
después de aquel correctivo,
         no queda abejorro vivo.
           
        
QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
Y tras tamaño ajetreo,
         cae en brazos de Morfeo.
         La quinta ha sido fatal,
         y la sexta, otra que tal...





miércoles, 17 de febrero de 2016

4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ

4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ

  

ABUELO RUDY 4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ

         

Acompaño esta nueva travesura de Max und Moritz Una historieta en siete travesuras publicada por Wilhelm Busch en 1865

 

CUARTA TRAVESURA           

     A nadie estorba el saber
ni está de más aprender.
Conocer el alfabeto
merece el mayor respeto,
pero no basta con eso:
hay que avivar siempre el seso;
multiplicar es un arte
y el que parte, bien reparte,
pero no hay mejor lección
que de un sabio la opinión.
         
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
Maese Petrus, al respecto,
            era sabio y era recto.
            Max y Moritz, por lo tanto,
            lo odiaban Dios sabe cuánto,
            que el que es malo y es siniestro,
            no hace caso del maestro.
            Petras era probo, flaco
            y aficionado al tabaco,
            vicio que en otros es culpa
            y en él merece disculpa,
            porque ayuda a soportar
            fatigas y mal pasar.
            Max y Moritz, esta vez,
            traman otra insensatez:
            darle al maestro un buen susto
            con las pipas, y un disgusto.
              
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
Maese Petras, el domingo,
            como siempre sin distingo
            toca el órgano con brío
            en la iglesia de San Pío.
            Y aquellos dos revoltosos
            se introducen, cautelosos,
            en casa del organista,
            de las pipas tras la pista.
              
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
Max, con la cachimba en mano,
            se apresura: «¡Al grano, al grano!»,
            y Moritz carga y aprieta
            pólvora en la cazoleta.
            Luego se largan, deprisa,
            antes que acabe la misa.
              
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
Maese Petras reza un Ave
            y después cierra con llave;
            tras cumplir con su deber,
            que es de sabios menester,
              
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
regresa a casa contento
            en busca de esparcimiento.
              
          
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
  Las delicias del hogar
            son descansar y fumar.
              
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
«¡Gozar, aunque no se estila,
            de una conciencia tranquila!»
              
         
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
   ¡Cataplum! ¡Una explosión!
            ¡La cachimba hecha cañón!
            ¡Saltan jarro, taza, pluma,
            tabaco, tintero, en suma,
            se esparcen por el salón
            estufa, mesa y sillón!
              
         
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
   Cuando el humo se disipa,
            tras la explosión de la pipa,
            Maese Petrus, bien que vivo,
            tiene un aire llamativo
              
         
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
   de carbonero africano,
            disfrazado de cristiano.
            Y es grande su desconsuelo,
            porque no le queda un pelo.
            La escuela llora la ausencia
            del hondo pozo de ciencia.
            ¿Quién va a suplir sus funciones,
            sus magistrales lecciones?
            ¿Cómo va a fumar ahora,
            pensando en tan negra hora?
              
           
4ª. TRAVESURA DE MAX Y MORITZ
Maese Petras mejoró,
            la cachimba, en cambio, no.
            La cuarta ha sido fatal,
y la quinta, otra que tal...



Nuevamente ¡GRACIAS! Mercedes Neuschäfer-Carlón por la Traducción