QUINTA TRAVESURA de Max y Moritz
Del libro Max und Moritz: Una historieta en siete travesuras escrito
por Wilhelm Busch en 1865. Los
dibujos son también de Wilhelm
Busch, y la traducción del alemán es de Mercedes Neuschäfer-Carlón
El que tenga un tío carnal
no debe tratarlo mal:
será cortés y discreto,
con el debido respeto.
Es conveniente decirle:
«¡Aquí estoy, para servirle!».
«¿Le apetece alguna cosa? »
«¿Bicarbonato de sosa? »
«¿La Gaceta? » ¡Lo que diga!
«¿Que le rasque la barriga...?»
Así ha de ser un sobrino:
diligente, atento y fino.
Todo tiene su porqué,
hasta el tabaco rapé,
y al oír el patatús,
hay que responder: «¡Jesús!».
Y cuando caen cuatro gotas,
hay que sacarle las botas,
si hace frío, de rodillas,
ponerle las zapatillas;
resumiendo: noche y día
hay que estar sirviendo a usía.
A Max y Moritz todo esto
les parecía molesto.
Y a su respetable tío,
lo metieron en un lío.
Del abejorro la vida
suele ser bien conocida.
Gustan de volar zumbando
de hoja en hoja, alborotando,
La pareja, en son de guerra,
los obliga a tomar tierra.
Y como han caído muchos,
rellenan dos cucuruchos,
que esconden, rápidamente,
en la cama del pariente.
Aquí sale a relucir,
con su gorro de dormir;
se tapa, bien tapadito,
y ronca como un bendito.
Del edredón por los forros,
asoman los abejorros.
El primero de la fila
por la nariz se le enfila.
«¡Demonios! ¡Un vil insecto!»,
y captura al interfecto.
Luego, al ver que son legión,
le da un vuelco el corazón.
Los bichos, con malas artes,
lo acosan por todas partes,
zumban y revolotean,
hasta que al tío marean.
En asuntos de emergencia,
se recurre a la violencia:
después de aquel correctivo,
no queda abejorro vivo.
Y tras tamaño ajetreo,
cae en brazos de Morfeo.
La quinta ha sido fatal,
y la sexta, otra que tal...