martes, 31 de marzo de 2015

LA ASTUCIA DEL PUMA


LA ASTUCIA DEL PUMA  

 

Era de noche... el arreo avanzaba, ya llevaban cuatro meses de viaje. 
En el lugar había unos elevados cerros y fue allí donde acamparon esa noche. 
Por los alrededores habían notado rastros de puma y fue por eso que decidieron reforzar la vigilancia. 
Además, la nerviosidad demostrada por los perros y caballos más la presencia de alguna osamenta de guanaco descogotado; indicaban la firme presencia del salvaje animal... 
Por algo el lugar se llamaba "Cañadón León".
El fogón se mantuvo prendido toda la noche y en un momento se oyó un movimiento en la hacienda que quebró la tranquilidad. 
Los reseros (quienes guían los arreos) saltaron de sus pilchas y con los winchester en la mano corrieron hacia el rodeo... una voz a lo lejos dijo ¡El león en el rodeo!
Se oyeron silbidos que llamaban a los perros. 
Al mismo tiempo, los hombres corrieron y los que alcanzaron a montan a caballo salieron en busca del puma. 
El ganado se encontraba enloquecido. 
Mientras los reseros los intentaban juntar, encontraron al borde del rodeo dos ovejas agonizando las cuales se estaban desangrando por la vena yugular. 
Tuvieron que separarlas del ganado, mientras intentaban seguir los rastros de la fiera... 
Pero ni noticias del animal.
Luego se dirigieron a tomar mate y uno de los hombres contó que había poblado con ovejas la región del Río Chico, pero en menos de un año unos leones cebados le destruyeron más de la mitad de la majada... y todos los potrillos y terneros. 
Él había fracasado en el intento de envenenar "al león" con las reses muertas, ya que éste nunca vuelve a comer un bocado de animales muertos por él después de haber sido enterrados. También dijo que las trampas no sirven para matar al león porque nota en ellas la mano del hombre y las rehuye. 
Por este motivo decidió vender todo e incorporarse al grupo de reseros.
De pronto un ruido cortó la conversación. 
El rodeo se volvió a espantar y el saldo fue otra oveja muerta. Los hombres sin encontrar huellas del león volvieron al campamento y esperaron despiertos hasta la llegada del día. 
Mas tarde dos ovejas más fueron halladas desangradas y el sospechoso animal no dejaba ni el más mínimo rastro. 
Ya mas que un puma parecía un fantasma... se les escurría del rebaño sin dejar huellas que los perros pudieran seguir. 
Tres ataques en un corto plazo y sin huellas de huída... ¿dónde podría estar semejante animal? 
Nada podían hacer en la oscuridad de la noche.
Al día siguiente y ya con luz natural se pudieron dar cuenta que el hábil león atropellaba y cuando veía que los reseros se aproximaban... ¡se ocultaba entre las mismas ovejas y éstas hacían que el animal no fuera visto! 
Uno de los reseros que algo vió a lo lejos, gritó 
¡Guarda ahí está el león! 
Con este aviso las ovejas se abrieron y permitieron que este fuera visto. 
El animal trató de escapar pero los perros lo rodearon e hicieron que este quedara contra la pared de un peñasco. 
A partir de ese momento comenzó la lucha entre el león y los perros, mientras los reseros tenían las armas listas para intervenir. 
En un descuido uno de los perros fue atrapado por el puma, este lo tomó y lo tenía bajo sus verijas y patas traseras. 
Despacio se empezó a correr hacia un costado, siempre con el perro. Mientras tanto uno de los hombres avanzaba lentamente con unas boleadoras avestruceras. 
En un descuido del feroz animal, el hombre le largó las boleadoras y le pegó en la nariz, la parte más vulnerable del puma/"león". 
Este cayó al suelo y allí fue atacado y muerto por los perros, entre los que estaba feliz y sano el perro que había estado al filo de la muerte.
El puma muerto era de tamaño poco común, medía un metro cincuenta desde el hocico al nacimiento de la cola. 
Estos animales son de esos que cuando matan ovejas solo les sorben la sangre y comen la parte delantera y grasosa del pecho. Estos gatos gigantes son típicos del Río Chico debido al desierto y a las serranías de piedras e innumerables cuevas. 
El puma o león como se le sigue diciendo... un animal que raramente atacó al hombre a pesar de la temible fama que pueda tener... 
Un animal que sigue merodeando y habitando su Patagonia Austral. 


El cuadro del puma es de Gabriel Hermida

viernes, 27 de marzo de 2015

EL QUIRQUINCHO Leyenda quechua.

EL QUIRQUINCHO Leyenda quechua

Pucá era una hábil tejedor que vivía en la Puna Jujeña. 
Fabricaba hermosas "cumbias" para los nobles, "abascas" sencillas para la gente de pueblo, y abrigos "yacollas" que se destacaban por el colorido y por la perfección del tejido. 
Su fama llegó hasta los incas más poderosos, y su pequeña choza se vio repleta de lanas y cueros con los cuales trabajaba rápidamente para cumplir con los pedidos. Los incas, satisfechos con su trabajo, le pagaban en oro, plata y piedras preciosas. 

- "Pronto seré rico reflexionaba Pucá mientras se inclinaba, laborioso en su telar -  
Y podré divertirme como los demás : pasearé, cazaré cuanto quiera y compraré todo lo que me guste"
En efecto, cansado de tanto trabajo y sacrificio, Pucá fue dejando sus telas y alejándose de su tarea. 
Se dedicó a la caza y comenzó a divertirse, embriagarse en compañía de otros indios, gastando su oro en cosas inútiles y vistosas. 
Rápidamente lo abandonó su suerte y los príncipes dejaron de encargarle trabajos que ya no cumpliría.
Un día sintió frío y se dio cuenta de que el invierno llegaba : 
-"Tendré que tejerme una yacolla", pensó, y con manos temblorosas dispuso las tintas para teñir la lana. 
Pero hasta tal punto había perdido su habilidad, que el teñido salió pálido y lleno de manchas y después de varias horas de trabajo sólo logró un tejido flojo, grosero y lleno de ásperos nudos y pelotones de lana mal escardada.
- "No importa, lo usaré así. Mañana trataré de tejer otro", se dijo, y se envolvió completamente con el poncho.
Cuando despertó, el "yacolla" se había adherido a su cuerpo formando una dura corza, y en lugar de piernas y brazos emergían de ella cuatro patas cortas terminadas en afiladas uñas.
Así, convertido en quirquincho, se lo ve aún entre los cardones de la Puna donde había vivido o en la campiña argentina, huyendo de los peligros y escondiéndose dentro de su caparazón.


miércoles, 25 de marzo de 2015

EL VIENTO ZONDA

EL VIENTO ZONDA 

Leyenda Calchaquí

 
El indio Huampi gobernaba varias tribus de las que habitaban los valles calchaquíes. 
Bien merecía llevar su nombre, pues no había otro que se destacara como él por su indomable valor y su extraordinaria destreza en el manejo de las armas.
Admirado y temido por todos, era al mismo tiempo amo y señor de toda la comarca..
Huampi era cazador incansable y el más diestro que hasta entonces se había conocido. 
Manejaba el arco con tal habilidad que no perdía víctima a la que arrojara sus certeras flechas.
Por eso en los montes, valles, praderas y bosques que recorría, tanto caían guanacos, vicuñas y huillas, como los cóndores, los suris y toda clase de aves...
Huampi no perdonaba, en sus frecuentes cacerías, ni las crías más chiquitas. Iba de este modo despoblando de animales la región. Y no era justo que así sucediera.
Volvía un día, al caer la tarde, cargado de caza, cuando se le apareció Pachamama, entre resplandores :
- ¡Huampi, mal hijo de la Tierra ! 
¿Te has propuesto terminar con todos los animales ? 
¿Por qué los persigues sañudamente ?
Hasta los pájaros del bosque te tienen miedo y callan cuando apareces.
Huampi bajó la cabeza y Pachamama prosiguió :
-¿Piensas indio soberbio, que he creado los animales para que tú los mates ?.
Sigue matando y llegará el momento en que te faltará su carne para comer y su leche, y sus pieles para cubrirte. 
Si no dejas vicuñas ni guanacos, ¿donde encontrarás lana suave y sedosa para tejer tus mantas ?. 
Si no dejas llamas, ¿qué animal llevará las cargas a lugares lejanos ? . 
¡Mata las aves y no tendrás plumas para adornarte !
Eres ambicioso y egoísta, y desagradecido porque no sabes apreciar ni respetar los bienes que te da la Madre Tierra. 
Huampi no tienes corazón. 
No mereces que te perdone..., sino un castigo por tu maldad, y te llegará....
Y Pachamama desapareció envuelta en su luz, Huampi creyó despertar de una pesadilla. 
Estaba paralizado de miedo. 
Intentó dominarse, pero los amargos reproches de Pachamama y la amenaza de castigo le atormentaban duramente. 
Apoyando en el grueso tronco de un árbol, entregado a sus reflexiones, oyó un silbido.
_¿Qué es eso ?. 
¿Será el anuncio del castigo de la Pachamama ?
Y no estaba equivocado. 
Al tiempo sintió su rostro azotado por el aire, que quemó su obscura piel,  las ramas de los árboles se agitaban, hojas, flores y frutos se arremolinaron a sus pies y el silbido era cada vez más lastimero y terrible.
Huampi no dudó ya.. 
Era la furia de la Madre Tierra sobre él y sus dominios, en forma de huracán espantoso.
Era el castigo prometido.
Dicen que, desde entonces, sopla el viento Zonda por nuestros valles andinos con voz casi humana. 

lunes, 16 de marzo de 2015

Hansel y Grethel

Hansel y Grethel  


Hoy les voy a contar uno de los mas famoso de los cuentos coleccionados por Jacob y Whilhelm Grimm, mas conocidos como los hermanos Grimm, con una buena enseñanza. 

Hansel y Grethel   

Al lado de un bosque muy grande moraban un pobre leñador con sus dos niños y su esposa, quien no era la madre de ellos. El niño se llamaba Hansel (Juancito), y la niña se llamaba Grethel (Margarita). Tenían muy poco para comer, y cuando una gran hambruna cayó sobre esa región, no podían procurarse el pan de cada día. Una noche, cuando él pensaba en ese problema en su cama, y no dormía bien por la ansiedad que eso le producía, suspiró y le dijo a su esposa:
-"¿Qué irá a ser de nosotros? ¿Cómo podremos alimentar a nuestros pobres niños, cuando ni siquiera tenemos para nosotros?"-
-"Te diré una cosa, esposo"- comentó la mujer, -"mañana temprano al amanecer, llevamos a los niños a lo más profundo del bosque, y allí encendemos una fogata para ellos, y les damos un pedacito más de pan, y enseguida nos vamos a trabajar y los dejamos solos. Ellos no encontrarán el camino de regreso a casa, y nos habremos librado de ellos."- 
-"No, mujer"- dijo el hombre, -"No voy a hacer eso. ¿Cómo podría ser yo capaz de abandonar a los niños solos en el bosque? Los animales salvajes llegarían pronto y los despedazarían."-
-"Ah, tonto"- dijo ella, -"Entonces todos los cuatro moriríamos de hambre, y deberías desde ya ir preparando nuestros ataúdes."-
Y ella no lo dejó en paz hasta que aceptó.
-"Pero me siento muy afligido por los pobres niños, de igual forma."-
Los dos niños tampoco podían dormir bien debido al hambre, y escucharon lo que su madrastra le decía a su padre. Grethel lloró amargas lágrimas, y le dijo a Hansel:
-"Ya todo se acabó para nosotros."-
-"Ten calma Grethel"- dijo Hansel, -"no te desanimes, que ya pronto encontraré la manera de ayudarnos."- 
Y cuando los mayores se habían dormido, él se levantó, se puso su abrigo, abrió la puerta y salió. La luna brillaba fuertemente, y las blancas piedritas que rodeaban la casa resplandecían como verdaderas monedas de plata. Hansel recogió y guardó en el bolso de su abrigo tantas como pudo para llenar el bolso. Entonces regresó y dijo a Grethel:
-"Ya puedes estar tranquila, querida hermanita, y dormir en paz, Dios no nos abandonará."- y se metió de nuevo en su cama.
Cuando ya amanecía, y antes de que saliera el sol, la mujer vino y despertó a los niños diciéndoles:
-"¡Ya, levántense, holgazanes! que vamos al bosque a traer leña"-
Ella le dio un pedazo de pan a cada uno y dijo:
-"Hay algo para sus cenas, pero no se lo coman antes de entonces, porque no hay más."-
Grethel guardó el pan bajo el delantal, ya que Hansel tenía su bolso lleno de piedritas. Entonces todos salieron hacia el bosque. Cuando habían caminado un poco, Hansel se detuvo y volviola vista hacia la casa, y así lo hizo una y otra vez. Su padre le dijo: 
-"Hansel, ¿Qué estás viendo tanto que te hace quedarte atrás? Piensa en dónde estás, y no olvides usar tus piernas."-
-"¡Oh, padre!"- dijo Hansel, estoy viendo a mi gatito sentado en el techo, y quiere decirme adiós a mí."-
La esposa dijo:
-"¡No seas tonto!, eso no es tu gatito, es el sol de la mañana que brilla en la chimenea."-
Hansel, sin embargo, no estaba realmente mirando atrás al gato, sino que había estado tirando constantemente una de sus piedritas blancas sobre el camino.
Cuando llegaron al centro del bosque, el padre dijo:
-"Ahora niños, amontonen algo de leña y yo encenderé una pequeña fogata para que no se enfríen."-
Hansel y Grethel recogieron troncos y ramas e hicieron una gran pila. Ésta fue encendida, y cuando las llamas ya habían cogido fuerza, la mujer dijo:
-"Ahora niños, arrecuesténse cerca del fuego y descansen, que nosotros andaremos por el bosque cortando alguna madera. Cuando terminemos, volveremos a recogerlos."-
Hansel y Grethel se sentaron junto al fuego, y cuando llegó el medio día, cada uno comió un pedazo de pan, y como oían el golpear de un hacha, creían que su padre estaba cerca. Pero sin embargo, no era un hacha, era una rama que él había amarrado a un árbol marchito y que el viento mecía hacia atrás y hacia adelante.
Y como habían estado sentados mucho rato, sus ojos se cerraban fatigados, y al fin cayeron dormidos. Cuando despertaron, ya era de noche. Grethel empezó a gritar diciendo:
-"¿Cómo hacemos para salir del bosque ahora?"-
Pero Hansel la confortaba diciéndole:
-"Espera un ratito, hasta que la luna se levante, y entonces pronto encontraremos el camino."-
Y cuando la luna llena se levantó, Hansel tomó a su hermanita de la mano, y siguieron a las piedritas que brillaban como moneditas nuevas de plata, y les mostraban el camino.
Ellos caminaron toda la noche, y al inicio del día llegaron una vez más a la casa de su padre. Tocaron a la puerta, y cuando la mujer abrió y vio que eran Hansel y Grethel, dijo:
-"Ustedes, niños desobedientes, ¿por qué se durmieron tanto en el bosque? ¡Pensamos que nunca regresarían!"-
El padre, sin embargo, se alegró, pues le había herido el corazón el haberlos dejado solos.
No mucho tiempo después, volvió a haber escasez por todas partes, y los niños oyeron a la mujer diciéndole en la noche a su padre:
-"Ya nos hemos comido todo, sólo nos queda medio bollo de pan, y después de eso vendrá el final. Hay que deshacerse de los niños, llevémoslos más adentro del bosque, de modo que no puedan encontrar el camino de nuevo, es que no hay otra manera de que podamos salvarnos."-
El corazón del hombre se entristeció, y pensó, diciéndose a sí mismo:
-"Sería mejor para ti compartir el último bocado con tus niños."
La mujer, sin embargo, no aceptaba nada de lo que él dijera, sino que lo reprobaba y regañaba. Si él decía A, debía ser B, y así con todo, hasta que así como cedió la primera vez, lo hizo por segunda vez.
Los niños, sin embargo, no se habían dormido y escucharon la conversación. Cuando los grandes se durmieron, Hansel de nuevo se levantó, y quiso ir afuera a recoger piedritas blancas como lo había hecho antes, pero la mujer había cerrado la puerta con llave, y Hansel no pudo salir. Aún así, él confortaba a su hermanita, y le decía:
-"No llores, Grethel, ve a dormir tranquila. El buen Dios nos ayudará."-
Temprano al amanecer llegó la mujer, y sacó a los niños de sus camas. Les dio un pedacito de pan a cada uno, pero mucho más pequeño que antes. En el camino hacia el bosque, Hansel desmenuzaba el suyo en su bolsillo, y a menudo se detenía para tirar una borona en el suelo. 
-"Hansel, ¿por qué te detienes y te quedas viendo alrededor? preguntó el padre, -"¡sigue adelante!"-
-"Estoy viendo hacia atrás a mi pequeña palomita que está sentada en el techo, y quiere decirme adiós."- Contestó Hansel.
-"¡Ignorante!"- dijo la mujer, -"eso no es tu palomita, eso es el sol matinal que brilla en la chimenea."- 
Hansel, sin embargo, borona tras borona, las tiró todas en el camino.
La mujer condujo a los niños bien profundo en el bosque, donde nunca en sus vidas habían estado antes. Entonces una gran fogata fue encendida otra vez, y ella dijo:
-"Ahora siéntense ahí, niños, y cuando estén cansados pueden dormir un ratito. Nosotros iremos a cortar leña más adentro, y al atardecer, cuando hayamos terminado, vendremos por ustedes.
Al llegar el mediodía, Grethel compartió su pedacito de pan con Hansel, que había gastado el suyo en el camino. Entonces se durmieron y llegó el atardecer, pero nadie vino por los pobres niños. Y no se despertaron sino hasta llegada la noche, y Hansel confortaba a su hermanita diciéndole:
-"Sólo espera, Grethel, a que la luna salga, y veremos las boronas de pan que yo tiré, y ellas nos mostrarán el camino de regreso."-
Cuando la luna salió, ellos se pusieron en camino, pero no encontraron boronas, ya que los cientos de pájaros que habitan en el bosque se las habían comido. Hansel le dijo a Grethel:
-"Pronto encontraremos el camino."- Pero no lo encontraron.
Caminaron toda el resto de la noche y todo el día siguiente desde la mañana hasta el anochecer, sin que lograran salir del bosque, y ya sentían hambre, pero no tenían nada para comer, excepto unas moras, de las que crecían por allí. Y estaban tan cansados que sentían que sus pies ya no podrían llevarlos más lejos, y se sentaron debajo de un árbol y se durmieron.
Ya habían pasado tres días desde que salieron de casa. Comenzaron a caminar de nuevo, pero cada vez se internaban más en el bosque, y si no llegaba pronto ayuda, morirían de hambre y debilidad. Cuando fue el mediodía, vieron un bello pájaro tan blanco como la nieve posado en una rama, que cantaba tan dulcemente que se quedaron quietos escuchándolo. Y cuando hubo terminado de cantar, levantó sus alas y voló alejándose de ellos, y lo siguieron hasta que llegaron a una pequeña casita, en cuyo techo el pájaro se posó. Y cuando estuvieron más cerca de la casita vieron que estaba hecha de pan y cubierta con pasteles, y las ventanas eran de transparente azúcar.
-"¡Empecemos a trabajar en ella!"- dijo Hansel, -"¡y tendremos una buena comida! Yo comeré un pedazo de techo, y tú Grethel, puedes comer de la ventana, sabrá dulce."-
Hansel se estiró un poco hacia arriba, y quebró un pedacito de techo para probar cómo sabía, y Grethel se inclinó hacia la ventana y mordisqueó los cristales. Entonces una voz suave gritó desde el cuarto:
              

-"Mordisco, mordisco, que roe,
  ¿Quién está mordiendo mi casita?"-

Los niños contestaron:
-"El viento, el viento,
   el viento que viene del cielo."-

Y siguieron comiendo sin más preocupación. Hansel, quien pensó que el techo estaba muy sabroso, desprendió una gran trozo de él, y Grethel arrancó un cristal entero de la ventana, y se sentaron a disfrutar plenamente de todo aquello. De pronto la puerta se abrió, y una muy, pero muy viejita mujer, que se sostenía en muletas, salió caminando lentamente. Hansel y Grethel quedaron tan terriblemente asustados que dejaron caer lo que tenían en las manos. La vieja mujer, sin embargo, movió su cabeza y dijo:
-"¡Oh!, queridos niños, ¿Quién los ha traído aquí?. Pasen adentro y quédense conmigo. Ningún daño les ocurrirá."-
Ella tomó a ambos por las manos, y los introdujo dentro de la casita. Entonces buena comida fue puesta frente a ellos, leche y panqueques, con azúcar, manzanas y nueces. Y además dos preciosas camas estaban cubiertas con un límpido lino blanco. Hansel y Grethel se arrecostaron en ellas y se sentían como si estuvieran en el cielo.
La vieja mujer solamente simulaba ser amable. En realidad era una malvada bruja, que esperando que llegara algún niño algún día, había construido la casita de pan y dulces solamente con el objetivo de tentarlos a quedarse allí. Cuando un niño caía en su poder, ella lo mataba, lo cocinaba y se lo comía, y eso era una fiesta para ella.
Las brujas tienen los ojos rojos, y no pueden mirar muy lejos, pero tienen un olfato muy afinado, como las bestias, y están muy alertas cuando un niño ronda cerca. 
Cuando Hansel y Grethel llegaron a su vecindad, ella se rió maliciosamente, y dijo burlonamente:
-"¡Ya los tengo, y no se me van a escapar!"-
Temprano en la mañana, antes de que se despertaran los niños, ya ella estaba levantada, y cuando los vio a ambos durmiendo y con tan linda apariencia, con sus rosadas mejillas, ella comentó para sí misma:
-"¡Esto será un bocado muy delicado!"-
Entonces con su encogida mano agarró a Hansel , lo llevó a un pequeño establo, y lo encerró con una puerta enrejada. Él podía gritar lo que quisiera, que de nada le serviría. Y llegó luego donde Grethel, la movió hasta despertarla, y gritó:
-"¡Levántate, perezosa, trae algo de agua, y cocina algo bueno para tu hermano, que está afuera en el establo, y hay que engordarlo! Cuando ya esté gordito, me lo comeré."-
Grethel empezó a llorar amargamente, pero fue en vano. Ella fue obligada a hacer lo que la malvada bruja le había ordenado.
Y ahora las mejores comidas eran cocinadas para el pobre Hansel, pero para Grethel solamente había cáscaras de cangrejo. Todas las mañanas, la vieja mujer iba al establo y gritaba:
-"¡Hansel, saca tu dedo por la reja para saber si ya pronto estarás gordo!"-
Pero Hansel le sacaba un pequeño hueso, y la vieja mujer, con su poca vista no lo distinguía bien, y creía que era el dedo de Hansel, y estaba intrigada de que no hubiera manera de engordarlo. Cuando pasaron cuatro semanas, y sentía aún delgado a Hansel, ella se llenó de impaciencia y no esperó más.
-"¡Hola Grethel!"- le gritó a la niña, -"muévete y tráeme algo de agua. No importa que Hansel esté gordo o flaco, mañana lo mataré y lo cocinaré."-
¡Ay, cómo la pobre hermanita se lamentaba cuando tenía que traer el agua, y cómo corrían las lágrimas por sus mejillas!
-¡"Querido Dios, por favor ayúdanos!"- gritaba. -"¡Si las bestias salvajes del bosque nos hubieran devorado, al menos hubiéramos muerto juntos!"-
-"Ya deja de hacer ruido"- dijo la vieja mujer, -"todo eso no te ayudará en nada."-
Temprano en la mañana, Grethel tenía que ir afuera y colgar la caldera con el agua, y encender el fuego.
-"Primero hornearemos." dijo la vieja, -"Ya tengo calentado el horno, y preparada la masa."-
Ella se llevó a la pobre Grethel al horno, donde ya había vigorosas llamas. Y cuando Grethel estuvo junto a la puerta del horno, la bruja pensó que en cuanto Grethel entrara le cerraría la puerta, dejando que la niña se horneara, y así comer a dos de una sola vez.
-"Entra"- le dijo la bruja, -"y mira si está adecuadamente caliente, de modo que podamos meter ya el pan."- 
  Pero Grethel previó las intenciones que aquella mujer tenía en mente, y dijo:
-"Pero no sé cómo tengo que hacer eso, ¿cómo se entra ahí?"-
-"¡Cabeza de chorlito!"- dijo la vieja mujer, -"La puerta es suficientemente grande, solo mírame cómo yo misma puedo entrar."-
Y se movió hacia la puerta metiendo su cabeza dentro del horno. Entonces Grethel le dió un fuerte empujón que la hizo caer adentro del horno, y le cerró la puerta, y le puso tranca. ¡Uy! entonces la bruja empezó a  chillar horriblemente, pero Grethel corrió alejándose y la diabólica bruja murió horriblemente carbonizada.
Grethel salió como un rayo hacia donde Hansel, abrió la puerta del establo y gritaba:
-"¡Hansel, nos salvamos! ¡La vieja bruja está muerta!"-
Entonces Hansel voló como un pájaro cuando la celda se abrió. ¡Cómo se regocijaron y se abrazaron uno al otro, y bailaron felizmente! Y como ya no tenían por qué tener miedo de la bruja, fueron a la casa donde ella vivía, y en cada cuarto que estuvieron encontraron cestas llenas de joyas y perlas.
-"Todo esto es mucho mejor que las piedritas."- dijo Hansel, y llenó sus bolsillos con toda la cantidad que pudo, y Grethel decía:
-"Yo también llevaré todo lo que pueda conmigo a casa."- y llenó su delantal al máximo.
-"Pero ahora que comienza el día, debemos marcharnos"- dijo Hansel, -" para que podamos salir del bosque de la bruja."-
 Caminaron como dos horas y llegaron a un gran río.
-"No podemos atravesarlo"- dijo Hansel, -"No veo huellas humanas, ni un puente."-
-"Ni tampoco botes que lo atraviesen"- contestó Grethel, -"pero hay un pato blanco nadando allí, si le preguntáramos, tal vez podría ayudarnos."-
Entonces ella gritó:
-"Patito, patito, estamos a tu vista,
   Hansel y Grethel esperan por ti.
   No hay tablón ni puente por aquí,
   pásanos en tu espalda blanquita."-

El pato se les acercó, y Hansel se sentó en su espalda, y le dijo a Grethel que se sentaran juntos.
-"No"- replicó Grethel, -"eso sería mucha carga para el patito, él nos pasará, uno después del otro."- 
El patito así lo hizo, y una vez pasados exitosamente al otro lado, caminaron por un corto tiempo y la foresta se les hacía cada vez más familiar, y por fin divisaron a lo lejos la casa de su padre. Entonces corrieron, entraron a la sala, y se tiraron en los brazos de su padre.
El hombre no había tenido un segundo de tranquilidad desde que dejaron a los niños en el bosque. Mientras tanto, su mujer había fallecido. Grethel vació su delantal, de donde salieron  perlas y piedras preciosas que corrieron por el piso, y Hansel vació también uno a uno sus bolsillos para que las joyas suyas se juntaran con las de Grethel.
Entonces toda ansiedad se terminó, y vivieron juntos en perfecta armonía y felicidad. 
Mi cuento se acabó, por allá va un ratón, y con su cuero, hazte un buen sombrero. 


Enseñanza:

Siempre debe estarse atento para no desaprovechar las buenas oportunidades cuando ellas se presentan.

martes, 10 de marzo de 2015

El abuelo y su nieto

Hoy les voy a contar otro de los cuentos coleccionados por Jacob y Whilhelm Grimm, mas conocidos como los hermanos Grimm, con una buena enseñanza. 

El abuelo y su nieto   



Había una vez un hombre muy anciano, cuyos ojos no veían claro, sus oídos oían débilmente, le temblaban las rodillas, y cuando se sentaba a la mesa apenas podía sostener la cuchara, y derramaba el caldo sobre el mantel, o se le caía de su boca. Su hijo y la esposa de su hijo estaban disgustados por esto, por lo que el abuelo al fin tuvo que sentarse en un rincón detrás de la estufa, y le daban su comida en un cuenco de barro, y ni siquiera contenía lo suficiente. Y él solía mirar hacia la mesa con los ojos llenos de lágrimas. Una vez también, sus manos temblorosas no pudieron sostener la taza, y cayó al suelo y se rompió. La joven esposa lo regañó, pero el anciano no dijo nada y sólo suspiró. Entonces le compraron un feo plato de madera por unos pocos céntimos, en el cual él tenía que comer.

Un día en que se encontraban todos sentados junto con el nieto de cuatro años de edad, éste empezó a reunir algunos pedazos de madera en el suelo. 

-"¿Qué estás haciendo?"- preguntó el padre. 


-"Estoy guardando pedacitos de madera"-, respondió el niño, -"para cuando yo sea grande, tener en que darles de comer a mi padre y a mi madre."-

El hombre y su esposa se ​​miraron por un tiempo, y finalmente se echaron a llorar. Luego se llevaron al abuelo a la mesa, y en adelante siempre siguió comiendo con ellos, e igualmente no volvieron a recriminarlo si derramaba un poco de algo.

Enseñanza:


El respeto, comprensión y cariño hacia los mayores tiene que ser parte indispensable de nuestro diario vivir.

martes, 3 de marzo de 2015

El Lobo y las Siete Cabritas

Hoy les voy a contar uno de los cuentos coleccionados por Jacob y Whilhelm Grimm, mas conocidos como los hermanos Grimm, con una buena enseñanza. 

El Lobo y las Siete Cabritas   


Había una vez una vieja cabra que tenía siete cabritas, y las amaba con todo el amor que una buena madre puede tener por sus hijos. Un día ella quiso ir al bosque y conseguir algún alimento. Así que llamó a las siete y les dijo:
-"Queridas hijas, tengo que ir al bosque, estén en guardia contra el lobo, si él llega a entrar, las devorará – piel, pelo y todo -. El malvado por lo general se disfraza, pero ustedes lo reconocerán enseguida por su gruesa voz y sus negras patas."- 
Las cabritas dijeron:
-"Querida mamá, tendremos cuidado de nosotras mismas, puedes salir sin ninguna ansiedad."

Entonces la vieja cabra baló, y partió a su camino con la mente tranquila.
No había transcurrido mucho tiempo cuando alguien tocó a la puerta de la casa y llamó:
-"Abran la puerta queridas hijas, su madre está aquí, y ha traído de regreso algo para cada una de ustedes."-
Pero las pequeñas cabritas sabían que era el lobo por su gruesa voz,
-"No abriremos la puerta."- gritaron ellas. -"No eres nuestra madre. Ella tiene voz suave y placentera, en cambio tu voz es ronca, ¡Tú eres el lobo!"-
Entonces el lobo se retiró y fue a una tienda y se compró una gran masa de tiza, se la comió y con eso se le suavizó la voz. Y regresó donde las cabritas, tocó a la puerta y gritó:
-"Abran la puerta queridas hijas, su madre está aquí, y ha traído de regreso algo para cada una de ustedes."-
Pero el lobo había arrecostado sus patas contra la ventana, y las cabritas las vieron y gritaron:
-"No abriremos la puerta, nuestra madre no tiene patas negras como las tuyas. ¡Tú eres el lobo!"-
Entonces el lobo fue donde un panadero y le dijo:
-"Me he herido los pies, ponme un poco de masa sobre ellos."-
Y cuando el panadero hubo cubierto sus pies, corrió donde el molinero y dijo:
-"Rocíame un poco de harina sobre mis pies."-

El molinero pensó para sí mismo:
-"Este lobo piensa engañar a alguien."- y se negó.
Pero el lobo dijo:
-"Si no lo haces, te devoraré."-
Entonces el molinero se asustó, y le emblanqueció las patas.
Así el malvado fue por tercera vez a la puerta de la casa, tocó y dijo:
-"Abran la puerta queridas hijas, su madre está aquí, y ha traído del bosque algo para cada una de ustedes."-
 Las cabritas gritaron:
-"Primero muéstranos tus patas para saber si eres nuestra querida madrecita."-
Entonces él puso sus patas en la ventana, y cuando vieron que eran blancas, creyeron que todo lo que dijo era cierto y abrieron la puerta. ¡Pero ¿quien entró?, si no el malvado lobo! Ella se aterrorizaron y buscaron a esconderse. Una salto bajo la mesa, la segunda se metió dentro de la cama, la tercera dentro de la estufa, la cuarta en la cocina, la quinta en el armario, la sexta bajo el fregadero, y la séptima dentro de la caja del reloj de péndulo. 
Pero el lobo las encontró, y sin ninguna ceremonia, una a una se las fue tragando. La más joven, que estaba dentro de la caja del reloj, fue a la única que no encontró.
Cuando el lobo quedó satisfecho con su apetito, salió, y se arrecostó bajo un árbol en el prado verde, y se quedó dormido. Poco después llegó la vieja cabra a casa de nuevo. ¡Oh, qué panorama el que ella encontró! La puerta de la casa permanecía abierta. La mesa, las sillas y bancas todas tiradas por el suelo, el fregadero quebrado en pedazos, los edredones y las almohadas quitadas de las camas. Ella buscó a sus cabritas, pero no encontró a ninguna. Las llamó una a una por su nombre, pero nadie contestaba. Al final cuando llamó a la más joven, una vocecita gritó:
-"¡Mamita querida, estoy en la caja del reloj!"-
Ella sacó a la cabrita y ésta le contó que había venido el lobo y devoró a las otras. Entonces puedes imaginarte cuánto lloró por sus pobres hijitas.
Soportando su dolor salió afuera, y la cabrita salió con ella. Cuando llegaron al prado, allí yacía el lobo bajo el árbol, y roncaba tan fuerte que hasta las ramas se movían. Ella lo miró por todo lado, y observó que algo se movía y saltaba en su abultado estómago.
-"¡Oh cielos!"- dijo ella, ¿Sería posible que mis pobres hijitas, que se las tragó el lobo para su cena, estuvieran aún con vida?"-
Entonces la cabrita menor corrió a casa y trajo tijeras, una aguja e hilo, y la vieja cabra le abrió el estómago al lobo, y cuando dificultosamente había hecho el primer corte, una de las cabritas asomó su cabeza, y cuando el corte fue aumentado, todas las seis saltaron hacia afuera, vivitas, y sin heridas, pues el malvado, en su ansiedad, se las había tragado enteras. ¡Cuánta felicidad hubo! Abrazaron a su querida madre, y saltaban como un marinero en su boda. La madre sin embargo dijo:
-"Ahora vayan por algunas piedras grandes, y le llenaremos a la malvada bestia el estómago con ellas, mientras sigue dormido."-
Entonces las siete cabritas le trajeron rápidamente las piedras, y pusieron tantas como pudieron dentro del estómago, y la madre lo cosió de nuevo a la mayor velocidad, de modo que él no se diera cuenta de nada y no notara ningún cambio.
Cuando al fin el lobo despertó, se paró en sus patas, y las piedras en su estómago lo hicieron sentir sed, y quiso ir al pozo a beber. Pero cuando empezó a caminar y moverse, las piedras en su estómago pegaban unas con otras y sonaban. Entonces gritó:
-"¿Qué tumba y retumba
    dentro de mi pobre panza?
    Yo pensé que eran seis cabritas,
    pero no son sino piedras en danza."-

Cuando llegó al pozo se paró a la orilla, y cuando justo se agachó a beber, las pesadas piedras lo hicieron caer adentro. No tuvo ayuda alguna y se ahogó miserablemente.
Cuando las siete cabritas vieron aquello, llegaron corriendo al sitio y gritaron en voz alta:
-"¡El lobo ha muerto! ¡El lobo ha muerto!"-
Y danzaron llenas de regocijo alrededor del pozo junto con su madre.
Enseñanza:
Siempre es lo mejor obedecer las instrucciones de los padres.
Nunca se deben comunicar al enemigo los secretos de las defensas.