viernes, 24 de abril de 2015

LA LEYENDA DE LA PIEDRA MOVEDIZA DE TANDIL

LA LEYENDA DE LA PIEDRA MOVEDIZA DE TANDIL


Hace mucho tiempo el Sol y la Luna se unieron en matrimonio. Su primer acto de amor fue crear la pampa infinita, cubierta de verdes pastos y perfumadas flores, e hicieron crecer inmensos ombúes en ese majestuoso mar color esmeralda.
Los hijos del Sol y la Luna fueron los primeros hombres que caminaron sobre la tierra, y sus padres les regalaron la pampa para que allí tuviesen su morada. Después crearon a los animales para que acompañaran a sus hijos, y aunque les dieron permiso de cazarlos para que tuvieran comida en abundancia, también les encargaron su cuidado. Y sus hijos aprendieron a manejar el arco y la flecha, y a usar el fuego para calentarse y preparar sus comidas.
Y así sus hijos dominaron toda la pampa, viviendo felices en las tierras que les habían regalado. El Sol y la Luna vivieron con ellos por un tiempo, pero un día decidieron regresar al cielo. Sus hijos se entristecieron al pensar que ya no los verían, pero ambos prometieron que se turnarían durante el día y la noche para vigilarlos desde el cielo.
Durante siglos la armonía reinó en la pampa. Los hombres no conocían necesidades, y diariamente agradecían a sus padres celestiales por proveerles todo lo que necesitaban. Pero un atardecer ocurrió algo inesperado: el Sol empalideció y perdió gradualmente su brillante luz. Los hombres sintieron temor por su Padre, y más aún cuando descubrieron que un gigantesco puma había logrado trepar hasta el firmamento y estaba persiguiendo al Sol que se encontraba extenuado luego de recorrer el cielo durante todo el día. En el preciso momento en que Sol quedó atrapado en el horizonte, justo antes de desaparecer, el puma se acercó y abrió sus fauces para devorarlo.
Los hombres hijos acudieron en ayuda del Sol, y miles de flechas volaron hacia el cielo. Una de las saetas traspasó a la fiera, que cayó a la tierra malherida. Nadie se atrevía a acercarse para matarlo del todo. Mientras tanto, el Sol volvió a mostrarse en todo su esplendor, y antes de hundirse tras el horizonte, enrojeció de orgullo ante la valentía demostrada por sus hijos.
Luna, completamente enfurecida, buscó por todas partes al animal que había intentado devorar a su esposo. Pronto lo divisó, y se sorprendió al ver que el puma no sólo no había muerto, sino que rugía con rabia y elevaba sus garras al cielo. Luna, desesperada al no encontrar nada en el cielo que pudiese arrojarle, arrancó trozos de su propio rostro y, luego de transformarlos en piedras, los lanzó sobre la bestia hasta cubrirla por completo.
Fue así como el rostro de la Luna quedó marcado para siempre y se formaron las sierras de Tandil. La última piedra que arrojó Luna cayó encima de una flecha y por eso siguió moviéndose durante siglos, y parece que el animal tampoco murió, porque en el momento en que Sol se elevaba la piedra comenzaba a temblar.

Nota: La piedra movediza de Tandil se desplomó el Jueves 29 de febrero de 1912, entre las 5 y las 6 de la tarde. Era una mole de granito en equilibrio cuyo peso estimado superaba las 385 toneladas.

La imagen es un mural de la ciudad de Tandil efectuado por el centenario de la caida de la piedra

EL REY RANA

El Rey Rana  

Hace muchos años, cuando el desear aún le ayudaba a uno, vivía un rey cuyas hijas eran todas buenas doncellas, pero la más joven era tan bondadosa, que el mismo sol, que ha visto tanto, se detenía cada vez que iluminaba su camino. Cerca del castillo del rey, había una inmensa y oscura selva, y bajo un viejo árbol de lima había un pozo, y cuando el día esta muy caliente, la hija menor del rey iba a la selva a sentarse junto a la fresca fuente, y cuando se aburría, tomaba una bola de oro y la tiraba alto para capturarla. Y esta bola era su juguete favorito.

Pero sucedió que en una ocasión la bola no llegó a las manos que la esperaban, sino que cayó al suelo y rodó hasta caer en el pozo. La hija del rey la siguió con sus ojos, hasta que desapareció. Y el pozo era profundo, tan profundo que no se alcanzaba a ver el fondo. Ella empezó a llorar, y a llorar más alto y más alto sin llegar a sentir consuelo. Y mientras se lamentaba oyó que alguien le decía:    

-"¿Que te sucede, hija del rey?, te lamentas tanto que hasta las piedras te mostrarían piedad"-
Ella miró alrededor buscando hacia donde venía la voz, y vio a una rana sacando del agua su gran cabeza.
-"¡Ah!, vieja corredora de aguas, ¿eres tú?"- preguntó.- "Estoy llorando por mi bola de oro, que cayó dentro del pozo"- concluyó diciendo.
-"Quédate tranquila y no llores más"- contestó la rana. "Yo te puedo ayudar, pero ¿que me darás a cambio si te regreso ese juguete de nuevo?"-
-"Lo que tú quieras, querida rana"- dijo ella. -"Mis vestidos, mis perlas y joyas, y hasta la corona de oro que llevo puesta"-
La rana respondió: -"No me interesan tus vestidos, tus perlas o joyas, ni la corona de oro, pero si me amaras y me dejaras ser tu compañera y socia de juegos, y sentarme contigo en tu mesa, y comer de tu plato de oro, y beber de tu vaso, y dormir en tu cama junto a tí. Si tú me prometes cumplir todo eso, yo bajaré y traeré acá de regreso tu bola de oro."-
-"Oh, claro" - dijo ella, -"yo te prometo cumplir tus deseos, si me regresas la bola"-
Ella sin embargo pensaba: -"¡Cómo habla esa tonta rana! ¡Ella vive en el agua junto a las otras ranas y sapos y no podría ser compañera de ningún ser humano!"-
Pero la rana, una vez recibida la promesa, metió su cabeza en el agua y se sumergió profundamente, y momentos después subía nadando trayendo en su boca la bola, y la tiró en el zacate. La hija del rey quedó encantada de ver una vez más de nuevo a su juguete, y recogiéndola corrió con ella. 
-"¡Espera, espera!"- gritaba la rana.     -"¡Llévame contigo, que no puedo correr como lo haces tú!-
Pero ¿de qué le serviría gritar, aún con su croak, croak, tan fuerte como podía? Ella no la escuchaba, y corrió a su aposento y pronto olvidó a la pobre rana, que se vio obligada a regresar al pozo de nuevo.

Al día siguiente, cuando se sentó a la mesa con el rey y los cortesanos, y había empezado a comer en su plato de oro, algo llegó brincando y sonando splash, splash, a las gradas de mármol, y cuando llegó arriba, tocó a la puerta y gritó:
-"Princesa, la más joven de las princesas, ábreme la puerta a mí."-
Ella corrió a ver que había afuera, pero cuando abrió la puerta, encontró a la rana sentada al frente. Entonces ella tiró la puerta a toda prisa, y regresó a sentarse a la mesa y quedó muy asustada. El rey vio que estaba sumamente alterada y que su corazón latía fuertemente y le preguntó:
-"Mi muchachita, ¿qué es lo que te asustó tanto?, ¿está por casualidad un gigante afuera que quiere raptarte y llevarte lejos?"-
-"Oh, no"- replicó ella. -"No es un gigante, sino una horrible rana"-
-"¿Y qué hace una rana contigo?"- 
-"Ah, mi querido padre, ayer yo estaba en la foresta, sentada junto al pozo, jugando con mi bola de oro, cuándo ésta cayó a lo profundo del pozo. Y como yo lloraba mucho, la rana me la regresó, y como ella insistía, yo le prometí que podía ser mi compañera, ¡pero nunca pensé que sería capaz de alejarse de sus aguas! Y ahora está ahí afuera, esperando que la ingrese conmigo."-

Mientras tanto la rana tocó a la puerta por segunda vez, y gritaba:
-¡Princesa! ¡La más joven de las princesas!
¡Ábreme a mi la puerta!
¿Recuerdas lo que me dijiste
ayer en las frescas aguas de la fuente?
¡Princesa, la más joven princesa!
¡Ábreme a mi la puerta!

Entonces dijo el rey:
-"Lo que tú has prometido, debes cumplirlo. Ve y déjala entrar"-
Ella fue y abrió la puerta, y la rana saltó y la siguió a ella, paso a paso, hasta su silla. Entonces, cuando la princesa se sentó, la rana gritó:
-"Levántame para estar a tu lado."-
Ella no actuaba, hasta que el rey le ordenó hacerlo. Cuando la rana ya estaba en la silla, le pidió estar en la mesa, y una vez en la mesa dijo:
-"Ahora, empuja tu plato de oro más cerca de mí de modo que podamos comer juntos."-
Ella lo hizo, pero fue fácil ver que lo hacía sin su voluntad. La rana disfrutó de la comida, pero casi todos los bocados que la princesa tomaba, la estremecían. Al final dijo la rana:
-"Ya he comido y estoy satisfecha; ahora estoy cansada, llévame a tu dormitorio, alista tu sedosa cama, y ambos iremos a dormir."- 
La hija del rey empezó a llorar, porque tenía miedo de la fría rana que ella no quería tocar, y que iba ahora a dormir en su preciosa y limpia cama. Pero el rey se molestó y dijo:
-"Aquel que te ayudó cuando estuviste en apuros, no debe ser decepcionado por tí."-
Así que ella tomó a la rana con sólo dos dedos, la llevó arriba y la puso en una esquina. Pero cuando ella se metió a su cama, la rana sigilosamente se le acercó y le dijo:
-"Estoy cansada, quiero dormir tan bien como tú, levántame o se lo diré a tu padre."-
Entonces ella se enojó terriblemente, la tomó en sus manos y la lanzó con todas sus fuerzas contra la pared.
-"Ahora te estarás quieta, odiosa rana."- dijo ella.
Pero cuando cayó al suelo ya no era una rana, sino un encantador príncipe de bellos modales.
Ahora, él, por decisión de su padre, es su compañero y esposo. Entonces él le contó cómo había sido hechizado por un malvado brujo, y cómo nadie lo había sacado nunca del pozo, excepto ella, y que mañana podrían ir juntos a su reino. Ambos fueron a dormir, y a la mañana siguiente, al levantar el sol, llegó un carruaje con ocho caballos blancos, con plumas blancas de avestruz en sus cabezas, y con arreos con cadenas de oro, y atrás venía el fiel sirviente Henry. El fiel sirviente Henry había quedado tan infeliz cuando su patrón fue convertido en rana, que se había atado tres bandas de hierro alrededor de su corazón para que no reventara de pena y tristeza. 

El carruaje condujo al príncipe a su reino. El fiel Henry les ayudó a ambos, y se puso a sus órdenes de nuevo, y estaba lleno de dicha por su rescate. Y cuando iban de camino, el hijo del rey escuchó que algo se quebraba atrás de él. Se volvió y gritó:
-"Hey, Henry, el carruaje se está quebrando."-
-"No, patrón, no es el carruaje. Es una banda que está sobre mi corazón, que me había puesto por mi gran dolor por su encantamiento como rana dentro del pozo. Otra y otra vez volvieron aquellos sonidos, y el hijo del rey pensaba que el carruaje se estaba quebrando, pero sólo eran las bandas que se reventaban de alrededor del corazón del fiel Henry porque su patrón era ahora libre y feliz.
Enseñanza:

Lo que se promete, siempre debe cumplirse.

jueves, 23 de abril de 2015

LA LEYENDA DE LA NIÑA ENCANTADA

LA NIÑA ENCANTADA


Leyenda
Existe en la provincia de Mendoza una laguna, que es como un engarce mágico en las alturas de las montañas. Fue en tiempos antiquísimos el cráter de un volcán, y por encantamiento su comba dorada por el fuego se convirtió en una pequeña laguna que es prodigio de belleza. De ella se desprende como hilo de plata un pequeño arroyuelo que bajando de la cumbre va a unirse al Salado después de recorrer un largo trecho entre peñascos bravíos. Los indios la llamaban" Alhué pichitrequen lauquen" (pequeña laguna. de Dios que se hiela).
El poético encantamiento del paisaje hace que se justifique la leyenda que narran los paisanos, y cohíbe al hombre buscar una explicación racional de aquel misterio.
"Elchá Chiamal Cané" (doncella de la túnica verde) fue entregada como prenda de paz por su derrotado padre al viejo cacique Calilué, quien la toma por esposa. La hermosa india acepta el sacrificio por la ' ventura de su pueblo, y la concordia reina' entre las dos tribus enemigas. Sucedió entonces que al morir un cacique amigo de Calilué le encarga .cuide de su apuesto hijo, llamado Cantipán, y lo tenga por suyo.
Elchá y Cantipán se enamoran desde el primer encuentro; por lealtad hacia su padre adoptivo, el joven quiere huir de la que ama, pero Elchá no lo deja hasta que promete la hará raptar y escaparán juntos.
Una noche, huyen los enamorados, y Calilué, en su desesperación, recurre a su hermana, la cacica Ghulcán, quien vanamente ha pretendido el amor de Cantipán. La despechada con el auxilio de la bruja Quetrupillán, parte en persecución de los jóvenes. Guiada por la bruja llegan a la. laguna, en una de cuyas grutas se habían refugiado
Elchá y Cantipán; para sorprenderlos, la perversa hermana de Calilué es transformada en lechuza, que lleva en sus manos un ramo de lirios-rosas" engualichados" por Quetrupillán.
Junto a la orilla los enamorados deslizan su vida; la lechuza se acerca y arroja sus flores en el regazo de Elchá, quien alborozada, las coloca sobre su pecho y corre a contemplarse en las tersas aguas. Pero en cuanto lo hace queda transformada en piedra. Lleno de asombro y horror, Cantipán trata de volverla a la vida besándola apasionadamente. Ante la inutilidad. de sus esfuerzos y enloquecido de dolor se arroja a la laguna.
La cacica Ghulcán recobra la forma humana y suplica a la bruja salve al hermoso joven, de cuyo amor no puede desprenderse; mas como la bruja tarda en encontrar .el sortilegio necesario, se arroja a la laguna para tratar de rescatarlo. Preparado el ungüento mágico, la bruja saca los cadáveres y los vuelve a la vida. Cantipán corre a abrazar la petrificada figura de su amada;Ghulcán, loca de celos, se interpone 'y le enrostra su deslealtad para con Calilué, y sollozando le pide perdón, pues la culpable de todas sus desgracias es la bruja Quetrupillán. Esta, al verse descubierta quiere huir; recoge el ramo de lirios-rosas y, sin desearlo, se contempla en el agua: instantáneamente obra el sortilegio y desaparece en las aguas con las flores engualichadas, "convertida en una roca negra". Cantipán, estupefacto, comprende que en el ramo lirio está el encantamiento, y para recuperado y, volver a la vida a Elchá se arroja de nuevo a la laguna. Ghulcán, ante el fracaso, sigue al que amó inútilmente hacia el desconocido fondo del cual nunca regresarán...
En las noches de luna se escucha la queja lastimera de los enamorados, mientras con sus ojuelos vivaces, una lechuza, donde refugióse el alma de la bruja, ronda, presa del encantamiento...


Y así corre entre los paisanos de la tierra de los huarpes esta tierna leyenda. Hay quienes refieren que la laguna en noches silenciosas emite en el cabrilleo de sus aguas, un lamento suave y profundo. Son las voces de Elchá y Cantipán que aun esperan alguien que los despierte del encantamiento.,

Dibujo de Carmen Alicia Robles

EL TERRIBLE VIKINGO

EL TERRIBLE VIKINGO



Habitaba una vez en las lejanas tierras del norte, un pueblo de Vikingos.

Era un pueblo guerrero y muy fiero, que era respetado y temido por todos los demás.

De entre todos destacaba uno, Alf Gandallsen, que era el más terrible y más fuerte de los vikingos.

Alto como un oso y fuerte como un león, con sus propios brazos era capaz de luchar contra un toro y vencerle en unos pocos segundos. Y para que todos le conocieran y le temieran, llevaba en su casco y su capa los trofeos de sus victorias: más de cincuenta abalorios sobre la cabeza y cientos de esmeraldas colgando de su capa, una por cada uno de los enemigos derrotados.

Alf nunca se quitaba su casco y su capa, le gustaba que todos vieran su logros.


En su pueblo todos se apartaban cuando el pasaba, por temor a despertar su ira, pero cierto día, un joven que leía despistado y sin mirar por donde iba,  se cruzó en su camino, le hizo tropezar y cayó con lo grande que era, enterito en un gran charco.

Furioso, Alf le increpó y le desafió a una carrera a muerte hasta el pico más alto de una montaña cercana y al volver el ganador podría ejecutar al perdedor, esa era la forma en que los habitantes de ese pueblo arreglaban sus disputas. El delgaducho joven no tenía elección, pues así eran las costumbres de su pueblo, así que sólo puso una condición.

- Puesto que mañana salgo de viaje, tenemos que hacer la carrera ahora mismo.


Alf lanzó una risotada y aceptó orgulloso y sorprendido aquella estúpida condición, y sin mediar otra palabra, empezó a correr hacia la cima de la montaña. El chico, aunque delgado, era terriblemente ágil y muy rápido, y empezó a seguir al gran guerrero a cierta distancia.. Según iba pasando el tiempo, cada vez el gigantón iba más lento y más agotado, durante todo el ascenso y descenso el joven fue siguiendo al gigante, pero en su caso como era más delgado y no llevaba ni casco y capa, apenas estaba cansado, y en los últimos metros cuando iban llegando al pueblo el joven adelanto al gigante y llego el primero.

Entonces el joven estudiante, les explicó a todos que el orgullo, la ostentación y la soberbia del vikingo fueron las causas para que llegara en segundo lugar y totalmente exhausto, pues el tremendo peso que tenía el casco y la capa, hicieron que Alf se agotase completamente.

Alf, como buen guerrero, aceptó su derrota y se puso a disposición del joven, el cual le perdonó la vida, el gigante se quedó impresionado de la inteligencia y la táctica del joven, haciéndose desde ese mismo momento amigo suyo.

Desde entonces cambió los símbolos inútiles y superfluos por la austeridad, pasando en todas partes como uno de tantos.


En todas, menos en el campo de batalla, donde no se le reconocía por cuernos, espadas o capas, sino por una fiereza y valor sin igual.

miércoles, 22 de abril de 2015

LOS AONIKENK Leyenda

LOS AONIKENK

Leyenda de la provincia de Santa Cruz


En épocas muy remotas los únicos habitantes de la Patagonia eran los tachul, seres enanos. Pero un día la tierra comenzó a moverse, el suelo se agrietó, sordos truenos retumbaron en el espacio y de las profundidades surgieron nuevas montañas. La raza de los tachul se extinguió totalmente, y quedó sepultada en las cercanías del cerro Ashpech.

Tanto tronar y sacudir despertó al dios Seecho que había estado dormido toda una eternidad en el cráter del volcán de Pajel Kaike. Esperó a que todo estuviera tranquilo y cuando se asomó vio una enorme extensión de tierra cubierta de piedras sin ningún signo de vida. Fue entonces que pensó en crear una nueva estirpe de seres, los Aonikenk, hombres tan fuertes y aguerridos que pudieran sobrevivir en aquellas soledades.

Por el término de muchas lunas, Seecho trabajó pacientemente en la penumbra del cráter y decidió crear primero a todas las especies de animales que hoy pueblan la tierra. Cuando dio por terminada esta parte de su obra, los acompañó hasta que salieron a la luz y dejó que se alejaran por el camino que más les gustara.

Estaba por volver otra vez a las profundidades para comenzar con la tarea más difícil: crear al hombre, cuando se dio cuenta que los nuevos hombres que había imaginado necesitarían para sobrevivir algo más que fuerza; entonces tendió sus manos hacia uno y otro lado, cubrió de nieve las cumbres de las montañas, hizo surgir manantiales y lagos, creó bosques en las laderas de los cerros, extensos valles y mesetas.

Entonces sí volvió a su trabajo y una hermosa mañana cuando el sol calentaba la tierra, creó al cacique KeIchan, primer hombre de la nueva estirpe. Atado de una gruesa soga lo bajó con mucho cuidado por la ladera del volcán hasta depositarlo sobre la tierra. Ahí desató sus ligaduras y lo dejó solo.

El hombre abrió los ojos y regocijó su vista con los colores del cielo y de la tierra. Después movió sus piernas y caminando recorrió las cercanías del volcán. Al rato encontró un manantial y un poco más alejado descubrió algunas cuevas en las que se cobijó del frío de la noche. Pasó el tiempo y aprendió a cazar guanacos, comió la carne y con la piel cubrió su cuerpo desnudo.

Seecho contemplaba a Kelchan y lo dejaba hacer pero pronto se dio cuenta que no podía seguir viviendo tan solo; entonces creó una mujer para que le hiciera compañía.

Tiempo después salieron del cráter otros hombres y mujeres que también eligieron libremente el camino a seguir. Unos se internaron en los bosques, otros dirigieron sus pasos a las montañas o hacia las desiertas mesetas.


Y este fue el origen de los Aonikenk, hombres del sur.

martes, 21 de abril de 2015

La LLave de Oro

La LLave de Oro


En tiempo de invierno, cuando la nieve es profunda sobre la tierra, un muchacho pobre fue obligado a salir en un trineo para traer madera. Cuando él había juntado la madera, y la había embalado, él deseó, pues se sentía tan congelado con el frío, en no irse a casa inmediatamente, sino encender un fuego y calentarse él mismo un poco. Entonces raspó y puso lejos la nieve, y cuando  limpiaba así la tierra, encontró una llave diminuta, de oro.
En ese momento él pensó que allí donde estaba la llave, lo que ella protegía debería estar también, y excavando en la tierra encontró un pequeño cofre de hierro. 

-"¡Si la llave encajara!", pensó él; "sin duda habrá cosas preciosas en esta pequeña caja."-
Él giró el cofrecito y buscó en todas las orillas de la caja, pero ningún ojo de cerradura encontró. Siguió buscando y buscando con mucha esperanza y constancia,  y por fin descubrió uno, que estaba tan bien disimulado que era apenas visible. Él metió la llave, y ella encajó exactamente. Y la giró una vez y ..., y ahora debemos esperar hasta que lo haya abierto completamente, y haya subido la tapa, y será entonces cuando sabremos que maravillosas cosas estaban en aquella caja.
Enseñanza:

La esperanza y la constancia llevan a buen destino. 

lunes, 20 de abril de 2015

LA CRUZ DE LOS MILAGROS

LA CRUZ DE LOS MILAGROS



Hay en la Iglesia del Milagro, en Corrientes, una rústica cruz que
es venerada con el nombre de "Cruz de los Milagros". Una curiosa
leyenda justifica ese nombre.

Cada año, el 3 de mayo, los correntinos celebran con fervor religioso la fiesta de la Cruz de los Milagros. Desde 1806, por disposición del obispo de Buenos Aires, Monseñor Benito de Lue y Riega, la fiesta en honor a la Cruz de los Milagros se conmemora dicho día.
En ese sentido, el mes de Corrientes transcurre entre esas dos fechas significativas: la fundación de Corrientes (3 de abril) y la fiesta de la Cruz de los Milagros (3 de mayo).

SU LEYENDA: Cuenta la tradición que los españoles, cuando fundaron San Juan de Vera de las Siete Corrientes, llamado hoy Corrientes, después de
elegir el lugar y antes de levantar el fuerte, decidieron erigir una
gran cruz, símbolo de su fe cristiana.

La construyeron con una rama seca del bosque vecino, la plantaron
luego, y a su alrededor edificaron el fuerte, con ramas y troncos de
la selva.

Construido el fuerte y encerrados en él, los españoles se defendían
de los asaltos que, desde el día siguiente, les llevaban sin cesar
las tribus de los guaraníes, a los cuales derrotaban diariamente, con
tanta astucia como denuedo. Los indios, de un natural impresionable,
atribuían sus desastres a la cruz, por lo que decidieron quemarla,
para destruir su maleficio. Se retiraron a sus selvas, en espera de
una ocasión favorable, la cual se les presentó un día en que los
españoles, por exceso de confianza, dejaron el fuerte casi
abandonado.

La indiada, en gran número, rodeó la población, en tanto que huían
los pocos españoles de la guardia, escondiéndose entre los
matorrales.

Con ramas de quebracho hicieron los indios una gran hoguera, al pie
de la cruz que se levantaba en medio del fuerte. las llamas lamían la
madera sin quemarla; un indio tomó una rama encendida y la acercó a
los brazos del madero; entonces, en el cielo límpido, fue vista de
pronto una nube, de la cual partió un rayo que dio muerte al salvaje.

Cuando los otros guaraníes lo vieron caer fulminado a los pies de
la cruz, huyeron despavoridos a sus selvas, convencidos de que el
mismo cielo protegía a los hombres blancos. Los españoles, que
escondidos entre la maleza presenciaban tan asombrosa escena,
divulgaron luego este suceso, que no cayó, por cierto en el olvido.
En la Iglesia del Milagro, en Corrientes, se encuentra hoy la Cruz de
los Milagros: se la guarda en una caja de cristal de roca, donada por
la colectividad española.