UNA NUEVA TRAVESURA DE
MAX Y MORITZ
2ª. TRAVESURA PUBLICADA POR Wilhelm Busch EN 1865 EN EL LIBRO “Una historieta en siete travesuras”
SEGUNDA TRAVESURA
La viuda, apenas repuesta
de tan dolorosa gesta,
pensó que lo más prudente,
oportuno y conveniente,
era dar por fallecidos
a aquellos seres queridos,
y en recuerdo del pasado
reunirlos en un asado.
¡Qué tristeza contemplar
la desnudez, tan vulgar,
de unos pollos desplumados,
que en los días soleados
le alegraban patio y huerta,
escarbando, pico alerta!
¡Ay, la viuda vuelve al llanto
y el lulú casi otro tanto!
Max y Moritz se la olieron:
«¡Al tejado!», decidieron.
Desde allí, ¡qué gran idea!,
se ven, por la chimenea,
los pollos en la sartén,
dorarse en un santiamén.
La viuda Blume trasiega
con un plato en la bodega,
para sacar del barreño
una chucrut que es un sueño,
porque además de hacendosa,
la viuda es mujer golosa.
Mientras tanto, en el tejado,
se prepara un atentado.
Max, angelito del cielo,
despliega caña y anzuelo.
¡La pesca del pollo asado
es un deporte arriesgado!
¡Hopla, ya picó el primero!
¡Y el segundo, y el tercero!
Luego el cuarto, de un tirón,
y se acabó la función.
El lulú, muy sorprendido,
suelta, de pronto, un ladrido,
mientras la pareja, airosa,
pone pies en polvorosa.
La viuda Blume no es sorda,
¡aquí se va a armar la gorda!
«¡Dios del cielo! ¡Ave María!
¡La sartén está vacía!»
No queda ni un solo pollo.
«¡Lulú, tragón! » ¡Ay, qué embrollo!
«¡Chucho ladrón de lo ajeno,
vas a saber lo que es bueno!»
A cucharazos le atiza
una soberbia paliza;
y el lulú gime y se aleja,
sin comprender a la vieja.
Max y Moritz, a cubierto,
roncan a dúo un concierto.
Y de aquel gran atracón,
dos muslos testigos son.
La segunda fue fatal,
la tercera, otra que tal...
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