sábado, 30 de mayo de 2015

EL COLOR DEL CHURRINCHE

EL COLOR DEL CHURRINCHE



Ulian era un indiecito que tenía la capacidad de hablar con las plantas y los animales del bosque, y cierto día encontró un pequeño pajarito gris llorando tan desconsolado que quiso saber qué le pasaba. El churrinche, tal era el nombre de la solitaria ave, le dijo que se sentía triste, feo y avergonzado porque todo su plumaje era gris y los demás pájaros lo consideraban insignificante. Ulian trató de convencerlo de que era tan útil y bello como los demás pájaros, pero el churrinche no quería creerle.
Mientras ambos conversaban, desde la espesura del bosque los observaba un gigante malvado que hacía tiempo codiciaba las habilidades mágicas de Ulian. El ogro sentía tanto el odio y envidia por los poderes del indiecito que había decidido matarlo. En un abrir y cerrar de ojos capturó al niño, lo llevó a una cueva, tapó la entrada con una gran piedra.
Todo parecía anunciar un triste final para la vida de Ulian, pero el churrinche encontró una pequeña hendidura sin tapar, y por allí se coló al interior de la caverna. Con su débil pico intentó desatar las cuerdas que inmovilizaban al prisionero, pero tenía tan poca fuerza que no pudo conseguir nada. Cuando el gigante se dio cuenta de su presencia, lanzó un rugido tan fuerte que le arrancó todas las plumas del copete. Ulian le pidió que buscara la ayuda de los habitantes del bosque, y el pajarito escapó raudamente. Cuando llegó a un claro en el que se reunían los animales, olvidó su vergüenza y les contó lo que pasaba.
Los animales rápidamente idearon un plan para rescatar a su amigo: el tucutuco cavaría un túnel desde su guarida hasta la cueva y por él sacarían a Ulian. Cuando se hizo de noche el tucutuco comenzó a cavar, y los demás animales le ayudaron a sacar la tierra y despejar el túnel. Cuando por fin llegaron a las paredes de la caverna, escucharon unos golpecitos que Ulian pegaba con los talones para indicar su posición y, en el mayor silencio, el tucutuco cavó un gran orificio.
El churrinche, mientras tanto, se había vuelto a meter en la cueva para hacerle compañía a Ulian. Los animales decidieron arrastrar al prisionero, todavía atado y amordazado, por el túnel recién cavado. Cuando estaban por iniciar la marcha, el gigante despertó y lanzó un feroz rugido. El churrinche se asustó mucho pero pensó que debía dar aviso a sus amigos, así que intentó gritar tan fuerte como el gigante. El ogro se enfureció tanto con ese ruido que arrojó una gruesa espina que se clavó profundamente en el pecho del pájaro, y luego se dedicó a perseguirlo. Los demás animales aprovecharon para proseguir con el rescate, y cuando estuvo seguro de que Ulian estaba a salvo, el churrinche voló hasta un chañar donde cayó desmayado.

Una calandria lo recogió y lo llevó ante Ulian que, con unos pocos pases mágicos, lo curó. Era tanta la gratitud que el indiecito sentía por el sacrificio del pajarito que decidió embellecerlo con el color de la sangre que había brotado del pequeño pecho, en clara muestra de su coraje y valentía. Y así, desde ese día, el churrinche de triste plumaje gris tiene un brillante color rojo que es la envidia de las demás aves.

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