martes, 28 de julio de 2015

La Novia Clara y La Oscura

La Novia Clara y La Oscura


Una mujer estaba con su hija y su hijastra cortando el forraje en un terreno, cuando el Señor Dios se les acercó en la forma de un hombre pobre, y les preguntó, 
-"¿Cuál es el camino hacia el pueblo?"-
- "Si usted quiere saber,"- dijo groseramente la madre, -"búsquelo usted mismo."-
Y la hija añadió, 
-"Si usted teme no encontrarlo, busque un guía que lo lleve."- 
Pero la hijastra dijo, 
-"Pobre hombre, yo lo llevaré, venga conmigo."-
Entonces Dios se molestó con la madre y su hija, y les volvió la espalda, y pidió que su piel se les pusiera tan oscura como la noche, y además que tomaran una horrible apariencia. Con respecto a la hijastra, sin embargo, Dios fue cortés y siguió con ella, y cuando estaban cerca del pueblo, ofreció una bendición para ella diciendo,
-"Elige tres cosas para ti, y te las concederé."-
 Entonces dijo la doncella, 
-"Me gustaría ser tan hermosa y clara como el sol y agradable como el día."-
 y al instante ella quedó hermosa y clara como el sol y agradable  como el día.
-"Luego me gustaría tener un monedero de dinero que nunca se quede vacío."-
 Y el Señor se lo concedió también, y además le dijo, 
-"No olvides lo que es el mejor deseo de todos."-
Y dijo ella, 
-"Para mi tercer deseo, quiero que después de mi muerte, habite en  el reino eterno del Cielo."-
Esto también le fue concedido, y luego el Señor Dios se retiró. Cuando la madrastra vino a la casa con su hija, y vieron que ellas dos ahora estaban  tan oscuras como la noche y con sus apariencias muy feas, pero que la hijastra tenía radiante claridad y hermosura, la maldad aumentó todavía más en sus corazones, y no pensaron en nada más, sino en  como podrían ellas hacerle algún daño.
La hijastra, sin embargo, tenía un hermano llamado Reginer, a quien ella quería mucho, y ella le contó todo lo que había pasado. Un día, Reginer le dijo, 
-"Querida hermana, haré un retrato tuyo, para poder tenerte continuamente antes mis ojos, ya que mi fraternal amor por ti es tan grande, que me gustaría siempre poder mirarte."-
 Ella contestó, 
-"Pero te pido por favor, que no dejes a nadie ver el cuadro."-
Entonces él pintó a su hermana y colgó el cuadro en su cuarto. Él,  moraba en el palacio del Rey, ya que era su cochero.
Cada día él se quedaba un rato de pie frente al cuadro, y agradecía a Dios por la felicidad de tener una tan querida hermana. Ahora resulta que el rey, a quien él servía, acababa de perder a su esposa, quien había sido tan hermosa que no podía encontrarse a nadie que pudiera compararse con ella, y por este motivo el rey estaba con una profunda pena. Los asistentes de la corte, sin embargo, comentaban que el cochero se paraba diariamente frente a  este cuadro hermoso, y como eso los ponía celosos, le  informaron al rey.
Entonces el rey ordenó que le trajeran el cuadro, y cuando él vio lo parecida que era a su finada esposa en todo sentido, salvo que era todavía más hermosa, cayó mortalmente enamorado de ella. Él hizo que el cochero fuera traído a su presencia,  y le preguntó a quién representaba el retrato.  
El cochero dijo que era su hermana, y entonces el rey resolvió que no tomaría a nadie, sino a esta muchacha, como su esposa, y le dio al cochero un carro y caballos y ropas espléndidas de tela de oro, y lo envió adelante para que trajera a su novia elegida.
Cuándo Reginer llegó en esa diligencia, su hermana se alegró, pero la doncella oscura estaba celosa de la fortuna de su hermanastra, y se puso enojada sin control alguno, y le dijo a su madre, 
-"¿De que sirven todas tus artes para nosotras ahora, si no puedes conseguir ni siquiera un golpe de suerte para mí?"-
-"Tranquila,"- dijo la madre, -"pronto te daré algo."-
Y por sus artes de brujería, ella entorpeció los ojos del cochero dejándolo medio ciego, y a la doncella blanca le obstaculizó los oídos, de modo que quedara medio sorda. 
Entonces entraron en el carro, primero la novia blanca en su indumentaria real noble, y luego la madrastra con su hija, y Reginer sentado al frente listo para conducir.
Después de  recorrer el camino durante algún tiempo, el cochero gritó,

"Cúbrete bien, mi hermana querida,
Que la lluvia no te moje,
Que el viento no te cargue de polvo,
Pues debes estar agraciada y hermosa
Cuando te presentes ante el rey. "


La novia preguntó, 
-"¿Qué dice mi querido hermano?"-
-"Ah,"- dijo la anciana, -"él dice que debes quitarte tu vestido de oro y darlo a tu hermana." Entonces ella se lo quitó, y lo puso sobre la doncella oscura, quien a cambio le dio su lamentable vestido gris.
Siguieron adelante, y un corto tiempo después, el hermano otra vez gritó,

"Cúbrete bien, mi hermana querida,
Que la lluvia no te moje,
Que el viento no te cargue de polvo,
Pues debes estar agraciada y hermosa
Cuando te presentes ante el rey. "

La novia preguntó, 
-"¿Qué dice mi querido hermano?"-
-"Ah,"- dijo la anciana, -"él dice que debes de quitarte la capucha de oro y darla a tu hermana."-
 Entonces ella se quitó la capucha y la puso sobre su hermana, y se sentó con su cabeza descubierta. Y siguieron aún más lejos. Al ratito, el hermano una vez más gritó,
"Cúbrete bien, mi hermana querida,
Que la lluvia no te moje,
Que el viento no te cargue de polvo,
Pues debes estar agraciada y hermosa
Cuando te presentes ante el rey. "

La novia preguntó, 
-"¿Qué dice mi querido hermano?"-
-"Ah,"- dijo la anciana, -"él dice que debes de mirar hacia afuera del carro."-
 Ellos estaban, en ese momento, sobre un puente, que cruzaba aguas profundas. Cuando la novia se levantó de su asiento y se inclinó para mirar, madre e hija la empujaron, haciéndola caer en medio del agua.
Al mismo momento en que la novia se hundía, un pato blanco como la nieve emergió de las brillantes aguas, y nadó río abajo. El hermano no había observado nada de aquello, y condujo el carro hasta llegar a la corte. Entonces él llevó a la doncella oscura al rey creyendo realmente que era su hermana,  porque sus ojos estaban  débiles, y lo deslumbraba el brillar del oro del traje. Cuando el rey vio la fealdad ilimitada de su supuesta novia, se enojó muchísimo, y ordenó que el cochero fuera lanzado en un hoyo que estaba rodeado de víboras y nidos de serpientes. 
La vieja bruja, sin embargo, sabía tan bien como adular al Rey y engañar a sus ojos con sus artes, que él las dejó quedarse, a ella y a su hija, hasta que ésta le pareciera completamente soportable, y él realmente se casó con ella.
Una tarde, cuando la novia oscura estaba sentada junto al rey, un pato blanco vino nadando por el canal hasta la cocina, y dijo al muchacho a cargo de la cocina, 
-"Joven, por favor enciende un fuego, para que pueda calentar mis plumas."-
El muchacho de la cocina lo hizo, y encendió un fuego en el hogar. Entonces vino el pato y se sentó allí cerca, se sacudió y alisó sus plumas finamente. Mientras el pato estaba sentado y disfrutando del momento, preguntó al muchacho, 
-"¿Qué hace mi hermano Reginer?"-
El muchacho de la cocina contestó, 
-"Él está encarcelado en un hoyo que está rodeado de víboras y  serpientes."-
Entonces ella preguntó, 
-"¿Qué hace la bruja oscura en la casa?"- 
El muchacho contestó, 
-"Ella es amada por el Rey y está feliz."
"¡Que Dios se apiade de él!"- dijo el pato, y salió nadando por el fregadero.
A la segunda y tercera noche vino de nuevo el pato e hizo las mismas preguntas. Entonces el muchacho de la cocina ya no pudo soportar más aquello y fue donde el rey a contarle lo sucedido. El Rey, sin embargo, quiso verlo por él mismo, y a la siguiente tarde fue a la cocina, y cuando el pato sacó su cabeza por el fregadero, él tomó su espada y le cortó su cuello, y de repente el pato se transformó en la doncella más hermosa nunca vista antes, exactamente como se veía en la pintura que su hermano había hecho de ella. El Rey se llenó  de alegría, y como estaba de pie completamente mojada, él hizo que le fuera traída indumentaria espléndida y que fuera vestida con ella.
Entonces la joven contó cómo había sido engañada con astucia y falsedad, y por fin lanzada abajo al agua al pasar por el puente.
Su primera petición al rey fue que deberían sacar a su hermano del  hoyo rodeado de serpientes, y cuando el rey hubo realizado esta petición, él entró en la cámara donde estaba la vieja bruja y le preguntó a la bruja, 
-"¿Qué se merece quién hace esto y aquello?"- relatando los hechos sucedidos. 
Ella tan ciega en su mente, y la crueldad tan enraizada en su corazón, que no era consciente de nada dijo, 
-"Esa persona merece ser desnudada completamente, y puesta en un barril con clavos, y que un caballo sea enjaezado al barril, y el caballo enviado a correr por todo el mundo."-
Ese castigo pudo haberles sido hecho a ella y a su hija oscura. Pero no teniendo el rey tanta crueldad, en su lugar le fue dada una bebida para que olvidara sus malas artes, y fue expulsada para siempre del reino y a tener que trabajar muy duramente para ganarse su vida en adelante.

El Rey se casó con la novia clara y hermosa, y recompensó a su hermano fiel, y lo hizo un hombre rico y distinguido.


Enseñanza:

La bondad y la caridad con el necesitado, son siempre agradables al Creador, y tarde o temprano rinden sus buenos frutos. 

El Músico Maravilloso

El Músico Maravilloso  


Había una vez un maravilloso músico, que andaba completamente solo por un bosque y pensaba en montones de cosas, y cuando ya no tuvo en que más pensar, se dijo a sí mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, necesitaré hacerme de una buena compañía para mí."-
 Entonces él tomó su violín de su espalda, y lo empezó a tocar de modo que  resonara por entre los árboles. No pasó mucho rato  antes de que un lobo viniera trotando por la espesura hacia él. 
-"¡Ah, aquí viene un lobo! ¡Él no es de mi complacencia!"- dijo el músico.
Pero el lobo vino más cerca y le dijo, 
-"Ah, querido músico, qué maravillosamente tocas. Me gustaría aprender a hacerlo yo también."-
-"Eso se aprende rápido,"- contestó el músico, -"solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."-
- "¡Ah, músico!"- dijo el lobo, -"te obedeceré como un alumno  obedece a su maestro."-
El músico lo pidió que lo siguiera, y cuando ya habían caminado  parte del camino juntos, llegaron a un viejo roble que estaba hueco por dentro, y partido al medio. 
-"Mira,"- dijo el músico, -"si vas a aprender a tocar violín, pon las patas delanteras en esta grieta."-
 El lobo obedeció, pero el músico rápidamente recogió una piedra y con un rápido golpe acuñó sus dos patas tan firmemente que el lobo  quedó obligado a quedarse allí preso. 
-"Permanece allí hasta que yo vuelva,"-  dijo el músico, y se alejó  por el camino.
Al cabo de un rato, otra vez se dijo él mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, atraeré aquí a otro compañero,"-  y tomó su violín y otra vez lo tocó en el bosque. 
No pasó mayor tiempo antes de que un zorro viniera caminando  entre los árboles hacia él. 
-"¡Ah, está llegando un zorro!" dijo el músico. -"¡Tampoco lo deseo de compañero!"-


 El zorro se le acercó y le dijo, 
-"¡Ah, querido músico! ¡En que forma maravillosa tocas ese violín! Me gustaría aprender a hacerlo yo también."-
 -"Eso se aprende rápido,"- contestó el músico, -"solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."-
 - "¡Ah, músico!"- dijo el zorro, -"te obedeceré como un alumno  obedece a su maestro."-
-"Sígueme,"- dijo el músico."-
Y cuando ya habían andado una parte del camino, llegaron a un angosto sendero, con arbustos altos a ambos lados. Allí el músico se paró, y de un lado inclinó un joven arbusto color de avellana hacia la tierra, y lo sostuvo poniéndole su pie por encima, y del otro lado también inclinó un árbol joven, y dijo,
 -"Ahora zorrito, si vas a aprender a tocar violín, dame la pata izquierda delantera."
El zorro obedeció, y el músico sujetó su pata a la rama izquierda. -"Ahora zorrito,"- dijo él, -"me alcanzas tu pata derecha",- y la ató a la rama derecha. 
Cuando el músico había examinado que ambas patas del zorro estaban bien sujetas, soltó las ramas de sus pies y los arbustos se enderezaron de nuevo, dejando al pobre zorro suspendido en el aire. 
-"Espera aquí hasta que yo vuelva otra vez,"-  dijo el músico, y siguió su camino.
Al cabo de un rato, otra vez se dijo él mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, así que atraeré aquí a otro compañero,"-  y tomó su violín y otra vez lo tocó en el bosque. 
Entonces una pequeña liebre vino saltando hacia él. -
-"¿Por qué viene una liebre?,"- dijo el músico, -"no la quiero."-
-"¡Ah, querido músico! ¡Qué manera tan maravillosa de tocar ese violín! Me gustaría aprender a hacerlo yo también,"- le dijo la liebre.
 -"Eso se aprende rápido,"- contestó el músico, -"solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."-
 - "¡Ah, músico!"- respondió la liebre, -"te obedeceré como un alumno obedece a su maestro."-
-"Sígueme,"- dijo el músico."-
Y así siguieron una parte del camino juntos hasta que llegaron a un espacio abierto en el bosque, donde había un árbol de álamo. El músico ató una cuerda larga alrededor del cuello de la pequeña liebre y el otro final lo sujetó al árbol. 
-"¡Ahora, rápidamente, liebrecita, gira veinte veces alrededor del árbol!"- gritó el músico.
La pequeña liebre obedeció, y cuando ya había girado las veinte veces, la cuerda se había enroscado totalmente alrededor del tronco del árbol, y la pequeña liebre quedó atrapada. Y la dejó que se moviera lo que quisiera, pero eso sólo hizo que se le maltratara su sensible cuello. 
-"Espérame aquí hasta que yo vuelva,"- dijo el músico, y se fue por el camino. 
El lobo, mientras tanto, había empujado, tirado y mordido la piedra, y había trabajado con empeño y por tanto tiempo que logró poner sus pies en libertad y los sacó de la hendidura del tronco. Lleno de cólera y rabia se apresuró a ir detrás del músico para tratar de  despedazarlo. 
Cuándo el zorro vio al lobo correr, comenzó a lamentarse, y gritó  con toda su fuerza, 
-"Lobo hermano, ven en mi ayuda, que el músico me ha engañado!"- 
El lobo dobló hacia abajo el pequeño árbol y mordió la cuerda, liberando así al zorro quien fue con él para tomar parte en la venganza contra el músico. 
En seguida encontraron a la liebre atada, a quien igualmente ellos liberaron, y luego todos juntos fueron a buscar al traidor.
El músico había tocado una vez más su violín más adelante en su camino, y esta vez había sido más afortunado. El sonido alcanzó los oídos de un pobre leñador, que al instante, sin pensarlo dos veces, dejó su trabajo y vino con su hacha bajo el brazo para escuchar la música. 
- "Por fin viene el compañero adecuado,"- dijo el músico, - "ya que yo buscaba a un ser humano, y no a una bestia salvaje."- 
Y él comenzó a tocar tan maravillosamente y deliciosamente que el pobre hombre estuvo de pie allí como encantado, y su corazón saltaba con alegría.
Y mientras él estaba así de pie, el lobo, el zorro, y la liebre llegaron, y él vio muy bien que ellos traían alguna mala intención. 

Entonces  levantó su hacha brillante y se colocó delante del músico, como queriendo decir, 
-"¡A quienquiera que busque tocarlo, le advierto, tendrá que vérselas conmigo!"-
Entonces las bestias se aterrorizaron y retrocedieron corriendo hacia el bosque. El músico, sin embargo, tocó una vez más al hombre en agradecimiento, y luego siguió adelante su camino.  

Enseñanza:

Nunca deben de traicionarse las promesas hechas, como hizo el músico con los animalitos. Lo correcto es ser sincero y decir francamente si no se está en capacidad de dar o hacer algo, pero jamás, jamás,  ofrecer falsamente y luego incumplir o causar daño. 

Pobreza y Humildad llevan al Cielo

Pobreza y Humildad llevan al Cielo 


Había una vez el hijo de un rey que salió a recorrer mundo, y  estaba lleno de pensamientos y de tristeza. Él miraba al cielo, que era tan maravillosamente puro y azul. Entonces suspiró, y dijo, 
-"¡Qué bien estaría todo si uno estuviera allá arriba en el cielo!"-
Entonces vio a un hombre pobre y canoso que venía por el camino hacia él, y le preguntó, 
-"¿Cómo puedo llegar al cielo?"- 
El hombre contestó, 
-"Con pobreza y humildad. Póngase mi ropa harapienta, deambule por el mundo durante siete años, y llegue a conocer cómo es la miseria, no tome ningún dinero, pero si llega a sentirse hambriento, pida a corazones compasivos un poco del pan; de esta manera tendrá a su alcance el cielo."
Entonces el hijo del Rey se quitó su magnífico abrigo, y se puso en su lugar la ropa del mendigo, y salió a recorrer el amplio mundo, sufriendo gran miseria. Él tomaba muy poco alimento, casi nada, pero rezaba al Señor para que lo llevara a su cielo. Cuando habían terminado los siete años, volvió al palacio de su padre, pero nadie lo reconoció. Él dijo a los criados, 
-"Vayan y digan a mis padres que he vuelto otra vez."-
 Pero los criados no le creyeron, y se rieron y lo abandonaron dejándolo de pie allí mismo.
Entonces dijo, 
-"Vayan y le dicen a mis hermanos que pueden bajar, ya que me mucho me gustaría verlos otra vez." 
Los criados no harían eso tampoco, pero al fin uno de ellos fue, y le dijo a los hijos del rey su mensaje, pero éstos no lo creyeron, y no se preocuparon por ello. Entonces él escribió una carta a su madre, y describió toda su miseria, pero él no le dijo que era su hijo. De este modo, compadeciéndose la reina, le otorgó un lugar bajo la escalera, y ordenó a dos criados darle alimento diariamente.


Pero uno de ellos era malévolo y se dijo, 
-"¿Por qué debería el mendigo tener buen alimento?"-
 y en vez de dárselo, se lo dejaba para él mismo, o lo daba a los perros, y le daba al  débil y desgastado mendigo solamente agua; el otro criado, sin embargo, era honesto, y entregaba al mendigo lo que le era enviado. Era poco, pero con aquello podía vivir un rato, y todo el tiempo él era completamente paciente, pero se puso continuamente más débil.
Como sin embargo, su enfermedad aumentó, él deseó recibir el último sacramento. En la misa, cuando el cáliz estaba siendo elevado y bajado, todas las campanas en la ciudad y vecindad comenzaron a sonar. Después de la misa el sacerdote fue a ver al hombre pobre bajo la escalera, y allí ya estaba muerto. 

En una mano él tenía una rosa, en la otra un lirio, y al lado de él estaba un papel en el cual describía su historia.
Cuando él fue sepultado, una rosa creció en un lado de su tumba, y un lirio en el otro.

 Enseñanza:

Cuando se persigue un objetivo con total firmeza, no hay barrera que detenga su propósito. 

El Viejo Sultán

El Viejo Sultán 


Un agricultor una vez tenía un perro fiel llamado Sultán, que había envejecido y perdido todos sus dientes, de modo que ya no podía sostener nada firmemente. Un día el agricultor estaba de pie con su esposa en la puerta de la casa, y le dijo, 
-"Mañana tengo la intención de pegar un tiro al Viejo Sultán, ya que no sirve para nada."-
Su esposa, que sintió compasión para la bestia fiel, contestó, 
-"Él nos ha servido por tanto tiempo, y sido tan fiel, que bien podríamos conservarlo."
-"¡Eh! ¿qué?"- dijo el hombre. -"No lo has analizado bien. Él no tiene un solo diente en su boca, y ningún ladrón le tiene miedo; por lo que podemos deshacernos de él. Si él nos ha servido,  ya ha tenido buena alimentación y buen trato por ello."
El pobre perro, quién yacía estirado en el sol no muy lejos, había oído todo, y sintió tristeza de que mañana debía ser su último día. Él tenía a un buen amigo, el lobo, y salió sigilosamente a buscarlo por la tarde al bosque, y se quejó ante él del destino que le esperaba. 
-"Escúchame, amigo,"- dijo el lobo, -"levanta tu ánimo, te ayudaré con tu problema. He pensado en algo. Mañana, al amanecer, tu patrón va con su esposa a recoger el heno, y ellos llevarán a su pequeño niño con ellos, ya que nadie queda en la casa. Ellos suelen, durante el tiempo de trabajo, poner al niño bajo el seto en la sombra; y tú te pones allí también, justo como si desearas cuidarlo.  Entonces saldré de entre los arbustos y me llevaré al niño. Tú te precipitas  rápidamente detrás de mí, como si estuvieras tratando de agarrarme. Yo dejaré caer al niño, y tú lo recogerás y lo llevarás de nuevo a sus padres, que pensarán que lo has salvado, y quedarán demasiado agradecidos para hacerte daño; al contrario, te pondrán muy en alto, y ellos nunca pensarán en maltratarte de nuevo."-
El plan complació el perro, y fue realizado como se planeó. El padre gritó cuando vio al lobo correr por el campo con su niño, pero cuando el Viejo Sultán lo devolvió, entonces se llenó de  alegría, y lo acarició y le dijo, 
-"No se le hará daño ni a un pelo tuyo, comerás de mi pan libremente mientras vivas."-
Y a su esposa le dijo, 
-"Vete a casa inmediatamente y hazle al Viejo Sultán una sopa de pan que él no tenga que morder, y tráele la almohada de mi cama, que se la daré para que repose sobre ella."- 
De aquí en adelante el viejo Sultán estuvo de lo mejor que él podía desear estar.
Poco después el lobo lo visitó, y estuvo contento de que todo había tenido tan buen éxito. 
-"Pero oye amigo,"- dijo el lobo, -"guíñame un ojo cuando haya una posibilidad de llevarme a una de las ovejas gordas de tu patrón."-
- "No pienses así,"- contestó el perro; -"yo permaneceré fiel a mi patrón; por lo que no puedo estar de acuerdo con eso."-
El lobo, que pensó que esto no podía ser dicho de veras, vino arrastrándose sigilosamente por la noche para llevarse a las ovejas. Pero el agricultor, a quien el Sultán fiel había dicho el plan del lobo, lo agarró y abatió su cuerpo fuertemente con el látigo. El lobo tuvo que huir, pero le lanzó un grito al perro, 
-"Espera un poco, sinvergüenza, vas a pagar por esto."
A la mañana siguiente el lobo envió a un jabalí para desafiar al perro a entrar en el bosque de modo que ellos pudieran dilucidar el asunto. 


El Viejo Sultán no podría encontrar nadie que lo apoyara en ese momento, excepto un gato con sólo tres patas, y cuando ellos salieron juntos, el pobre gato cojeaba a lo largo del camino, y al mismo tiempo estiraba su cola en el aire con dolor.
El lobo y el jabalí estaban ya sobre el terreno designado, pero cuando vieron a su adversario venir, pensaron que traía un sable con él, ya que confundieron la cola extendida del gato con eso. Y cuando la pobre bestia saltaba en sus tres piernas, ellos sólo podrían pensar que recogía una piedra para lanzarla contra ellos. Entonces estaban ambos llenos de miedo; y el jabalí se arrastró bajo un tronco, y el lobo saltó subiéndose a un árbol.

El perro y el gato, cuando llegaron al sitio, se preguntaron por qué no había nadie a la vista. El jabalí, sin embargo, no había sido capaz de esconderse totalmente; y una de sus orejas  todavía podía ser vista. Mientras el gato miraba con cuidado a su alrededor, el jabalí  movió su oreja; y el gato, que pensó que era un ratón que se movía,  brincó sobre ella y la mordió con fuerza. El jabalí hizo un ruido temeroso y se escapó, gritando, 
-"¡El culpable está arriba en el árbol."-
El perro y el gato buscaron y encontraron al lobo, quien estaba avergonzado de haberse mostrado tan tímido, pidió disculpas y  renovó su amistad  con el perro.

Enseñanza:

La mútua, honesta y sincera fidelidad entre servidor y patrón, siempre provee magníficos y sanos frutos para ambos.

martes, 30 de junio de 2015

El Pescador y su Esposa

El Pescador y su Esposa 


Había una vez un pescador que vivía con su esposa en una choza miserable, a la orilla del mar, y quien todos los días iba a pescar.
Estaba un día sentado con su caña en la ribera, con la vista dirigida hacia las claras  aguas, cuando de repente vio hundirse el anzuelo y bajar hasta lo más profundo y cuando lo sacó, tenía un Gran Pez Azul, el cual le dijo: 
-"Te suplico que me dejes vivir, pues no soy un pez verdadero, soy un príncipe encantado. ¿qué bien te haría el matarme? No soy bueno como comida, ponme en el agua y déjame ir."-
 -"Bien"- le dijo el pescador, -"no hay  necesidad de tantas palabras, pues a un Gran Pez Azul que habla, ciertamente que lo dejaré ir."- 
Y lo puso en las claras aguas, y el Gran Pez Azul bajó  al fondo, dejando un hilo de sangre detrás de él. Entonces el pescador regresó a su choza donde su esposa.
 -"Esposo"- le dijo, -"¿no has cogido nada hoy?

-"Nada para traer"- contestó el marido, -"solamente he cogido un gran Gran Pez Azul que me ha dicho ser un príncipe encantado y lo he dejado libre de nuevo."-

-"¿Y a cambio, no le pediste nada para tí?"- preguntó la mujer.

-"No"- repuso el hombre, -"¿y qué había de pedirle?"-

-"¡Ah!"- respondió la mujer, -"es tan triste  vivir siempre en un tugurio como éste, que podrías haberle pedido una casa pequeñita para nosotros. Vuelve y llama al Gran Pez Azul, y dile que quisiéramos tener una casa pequeñita pero cómoda, pues nos la dará de seguro."-

-"¡Ah!"- dijo el marido, -"¿y por qué he de ir de nuevo allí?"-

-"¿Que por qué?"- dijo la mujer, -"Ya lo capturaste una vez y lo dejaste ir. De seguro te complacerá. Ve de inmediato."-
Al pescador no le gustaba mucho la idea, pero para no contradecir a su esposa, volvió al mar.
Cuando llegó, el mar estaba todo verde y amarillo, y nada tranquilo, así que se quedó mirando y dijo:
-"Pez azul, Gran Pez Azul,
   ven, te lo suplico, ven donde estoy.
   Por mi esposa, la buena Isabel,
   que un deseo te quiere pedir."-

Entonces el Gran Pez Azul llegó nadando hasta donde él y preguntó:
-"Bueno, ¿y qué es lo que pide?"-
-"Ah"- dijo el hombre, -"yo te capturé, y mi esposa dice que realmente debí haberte pedido algo por haberte dejado ir.  Ella ya no quiere vivir más en nuestro tugurio. Ella quisiera tener una pequeña y decente casita."-
-"Ve entonces"- dijo el Gran Pez Azul, -"ya la tiene."-
Cuando el hombre regresó a casa, ya su mujer no estaba en un tugurio, sino en una pequeña casita, y ella se encontraba sentada en una banca junto a la puerta. Entonces lo tomó de la mano y le dijo:
-"Ven adentro y mira, ¿no es todo esto mucho mejor ahora?"-
Entraron, y había una pequeña sala, una linda alcoba, un comedor y una cocina equipada con los más completos y mejores utensilios conocidos, y de todo lo que había deseado. Y detrás de la casita había un pequeño patio con gallinas y patos, y un pequeño jardín con flores y frutas.
-"Mira"- dijo la esposa, -"¿No es bello todo esto?"-
-"¡Claro!"- dijo el esposo, -"y así debemos verlo siempre. Ahora viviremos tranquilos y contentos."-
-"Ya lo pensaremos."- dijo ella.
Con todo eso, cenaron y fueron a dormir.
Todo marchó muy bien por una semana, al cabo de la cual la esposa dijo:
-"Hark, tú, esposo mío, esta casita es muy pequeña para nosotros, y el jardín y el patio también son muy chiquitos. El Gran Pez Azul que cogiste justamente debería darnos una casa más grande. Me gustaría vivir en un gran castillo de piedra. Búscalo de nuevo y pídele que nos dé un castillo."-
-"Pero esposa"- dijo el hombre, -"esta casita es suficiente para nosotros, ¿para qué vivir en un castillo?"-
-"¿Qué?"- dijo la mujer, -"Ve de una vez. El Gran Pez Azul siempre complacerá."-
-"No, esposa"- respondió el pescador, -"ya el Gran Pez Azul nos dió esta casita, no quiero regresar a buscarlo tan pronto, eso podría molestarlo."-
-"Ve"- dijo la esposa, -"para él es muy fácil, y le gustará hacerlo. Simplemente llámalo."-
El corazón del pescador se apesadumbró, y no deseaba ir. Él se dijo a sí mismo:
-"No es correcto."- pero siempre fue.
Y cuando llegó, el agua estaba color violeta y azul oscuro y muy espesa. No se veía ya más verde y amarilla, aunque estaba tranquila. Él se paró allí y dijo:
-"Pez azul, Gran Pez Azul,
   ven, te lo suplico, ven donde estoy.
   Por mi esposa, la buena Isabel,
   que un deseo te quiere pedir."-

-"Bien"- dijo el Gran Pez Azul, -"¿Qué es lo que ella quiere, entonces?"-
-"Caray"- dijo el hombre medio asustado, -"ella quiere vivir en un gran castillo de piedra."-
-"Ve para allá. Ella está junto a la puerta."- dijo el Gran Pez Azul.
Entonces el hombre regresó, creyendo que volvía a casa, pero al llegar, se encontró con un gran palacio de piedra, y su esposa estaba justamente junto a las gradas de ingreso, y lo tomó de la mano y le dijo:
-"Entra."-
Así que él fue con ella, y en el castillo había una gran sala de piso de mármol, muchos sirvientes que abrían las amplias puertas, y las paredes bellamente decoradas con hermosos colgantes, y en los cuartos sillas y mesas de oro puro, y candelabros colgando del techo, y todos los dormitorios con alfombras, y encima de todas las mesas alimentos y vinos de lo mejor, que parecían querer quebrarse por su peso. En la parte de atrás, había un enorme patio con establos, caballos y ganado, y con los mejores coches. Había también un grande y precioso jardín, con las flores más hermosas y árboles con las más exquisitas frutas. Además un parque como de un kilómetro de largo en el que se veían cabras, venados, liebres y todo tipo de fauna no salvaje.
-"Ves"- dijo la esposa, -"¿no es todo eso hermoso?"-
-"Sí, por supuesto."- contestó el pescador, -"que sea así, y vivamos ya felices con este bello castillo."-
-"Ya lo consideraremos."- respondió ella, -"y durmamos con él."-
Cenaron y fueron a dormir.
A la mañana siguiente la esposa despertó de primero, y observando la salida del sol, vio el bello territorio que yacía frente sus ojos. Su esposo apenas se estaba estirando, cuando ella lo tocó con su codo y le dijo:
-"Hey, esposo, levántate y asómate por la ventana. Mira, ¿Qué te parece que seamos los reyes de todos esos territorios?, ve donde el Gran Pez Azul y pídele que seamos los reyes."-
-"Ay, señora"- dijo el hombre, -"¿Por qué debemos ser reyes? Yo no quiero ser rey."-
-"Bueno"- dijo ella, -"si no quieres ser rey, yo sí quiero ser reina. Vé donde el Gran Pez Azul, y dile que quiero ser reina."-
-"Pero mujer"- dijo él, -"¿por qué quieres ser reina? No me gustará pedirle eso."-
-"¿Por qué no?"- dijo la mujer. -"ve inmediatamente donde él, ¡debo ser la reina!"-
Entonces el hombre partió, y se sentía muy infeliz de que su esposa quisiera ser reina. 
-"No es correcto, no es correcto."- pensaba y pensaba él. 
No quería ir, pero siempre fue. Y cuando llegó al mar, estaban las aguas de un color  gris muy oscuro, muy crecidas y con un olor putrefacto. Entonces se paró allí y dijo:
 -"Pez azul, Gran Pez Azul,
   ven, te lo suplico, ven donde estoy.
   Por mi esposa, la buena Isabel,
   que un deseo te quiere pedir."-

-"Bien, ¿qué es lo que desea ahora?"- preguntó el Gran Pez Azul.
  
                
-"Caray"- dijo el hombre, -"desea ser reina."-
-"Vuelve con ella, ya es reina."-
Así que el pescador regresó, y al llegar al palacio, éste era mucho más grande, con su gran torre y magníficos adornos, con un centinela cuidando la puerta, y un gran número de soldados tocando tambores y trompetas. Y cuando entró al interior, vio que todo era de mármol y oro puro, con cobertores de terciopelo y grandes cofres de joyas.
Entonces se abrieron las puertas del salón, y allí estaba toda la corte en su total esplendor, y su esposa sentada sobre un gran trono de oro y diamantes, con una gran corona de oro en su cabeza, y con un cetro de oro puro en sus manos, y a ambos lados de ella sus criadas en espera de órdenes formando una fila, de modo que a cada una le seguía otra de una cabeza más baja que la anterior.
Entonces él fue y se paró junto a ella y le dijo:
-"Oh, esposa, ahora eres reina."-
-"Sí"- dijo la mujer, -"ahora soy reina."-
Y él se quedó mirándola. Después de mirarla por un rato, le dijo:
-"Ahora que eres reina, no tienes nada más que desear."-
-"Nopis, querido esposo."- dijo ella, con cierta ansiedad -"encuentro que el tiempo pasa rápidamente, y no puedo dejarlo ir. Ve donde el Gran Pez Azul, pues ahora soy reina, pero debo ser emperadora también."-
-"Caray, esposa, ¿por qué quieres ser emperadora?"- preguntó él.
-"Esposo""- le dijo, -"Ve donde el Gran Pez Azul. Yo seré emperadora."-
-"Caray, esposa"- dijo el hombre, -"él no te podrá hacer emperadora. No le pediré eso al Gran Pez Azul. Sólo hay un emperador en estas tierras. ¡El Gran Pez Azul no te puede hacer emperadora! ¡Te aseguro que no puede!"-
-"¿Cómo?"- dijo la mujer, -"Yo soy la reina, y tú no eres nada más que mi esposo. ¡Irás ahora mismo! Si él pudo hacerme reina, podrá hacerme emperadora. Y lo seré. ¡Vete ya!"-
Así que se vio forzado a ir. Cuando iba de camino, sin embargo, su espíritu sufría, y pensaba:
-"Esto no terminará bien, nada bien. Emperadora es mucha sinvergüenzada. El Gran Pez Azul terminará hastiado."-
  Pensando en eso llegó al mar, y el mar estaba bien negro y espeso, y hervía a borbollones, y burbujas salían desde el fondo, y un fuerte viento las levantaba, y el hombre estaba muy asustado. Pero se acercó y parándose dijo:
 -"Pez azul, Gran Pez Azul,
   ven, te lo suplico, ven donde estoy.
   Por mi esposa, la buena Isabel,
   que un deseo te quiere pedir."-

-"Bien, ¿que desea ahora tu señora?"- preguntó el Gran Pez Azul.
-"Caray, Gran Pez Azul"- le dijo, -"mi esposa desea ser emperadora."-
-"Pues ve con ella, ya es emperadora."-
Entonces el hombre se fue, y cuando llegó, todo el palacio estaba hecho de mármol pulido, con imágenes de alabastro y decoraciones de oro, y había soldados marchando frente a la puerta sonando trompetas, tocando platillos y tambores, y adentro, barones, duques y cortesanos trabajaban como sirvientes. Entonces le abrieron las puertas de oro a él. Y cuando entró, estaba su esposa sentada en un trono hecho de una sola pieza de oro, de muchos metros de alto, y portaba una gran corona de oro, también altísima, decorada con diamantes y esmeraldas, y tenía en una mano el cetro, y en la otra el sello imperial, y a ambos lados de ella estaban dos filas de sus guardas personales, ordenados por altura, desde el más alto, hasta el más pequeño. Y delante de ella estaban de pie una cantidad de duques y princesas.
Entonces el pescador avanzó entre ellos, y dijo:
-"Esposa, ¿eres emperadora ahora?"-
-"Sí, ahora soy emperadora."-
Él se quedó mirándola muy bien por un rato, y luego dijo:
-"Oh esposa, estarás contenta ahora que eres emperadora."-
-"Esposo"- dijo ella, -"¿que te quedas haciendo ahí parado? Ahora soy emperadora, pero quiero también ser Super Emperadora. Ve pronto donde el Gran Pez Azul."-
-"Pero esposa"- dijo el hombre, -"¿qué más no desearás? No puedes ser Super Emperadora. Es demasiado para tí. El Gran Pez Azul no te puede hacer Super Emperadora."-
-"Esposo, he de ser Super Emperadora. Ve inmediatamente. Debo ser Super Emperadora hoy mismo."-
-"No, esposa"- dijo el hombre, -"no me gusta pedirle eso, que no lo hará, eso es demasiado. El Gran Pez Azul no te puede hacer Super Emperadora."-
-"Esposo"- dijo ella, -"seré Super Emperadora. Ve inmediatamente. Debo ser Super Emperadora este mismo día."-
-"Oh, no, mujer"- replicó él, -"no me gusta pedirle eso, no puede ser, el Gran Pez Azul no te puede hacer Super Emperadora."-
-"Esposo"- dijo ella, -"¡qué sin sentido! Si pudo hacerme emperadora, podrá hacerme Super Emperadora. Ve directamente donde él. Yo soy emperadora, y tú no eres más que mi esposo. ¿Ya te vas?"-
Entonces él se atemorizó y se fue. Pero se sentía muy débil y conmocionado, y sus piernas y rodilla le temblaban mucho. Y un gran viento sopló sobre la tierra, y la nubes se acumulaban, y con el atardecer todo oscurecía, las hojas caían de los árboles, y las aguas del mar hacían efervescencia como si hirvieran, y golpeaban sobre la arena de la playa. Y en la distancia se veían barcos disparando cañones, balanceándose sobre las olas. Y todavía a mitad del cielo había una pizca de azul, aunque todo el resto era rojo como en una fuerte tormenta. Así, con tanta disparidad, él fue, se paró frente al mar y dijo:
 -"Pez azul, Gran Pez Azul,
   ven, te lo suplico, ven donde estoy.
   Por mi esposa, la buena Isabel,
   que un deseo te quiere pedir."-

-"Bien, ¿que quiere ahora?"- preguntó el Gran Pez Azul.
-"Caray"- dijo el pescador, -"quiere ser Super Emperadora."-
-"Pues ve donde ella, ya es Super Emperadora."-
Y se fue donde ella. Cuando llegó, vio lo que parecía ser una gran super palacio, rodeado de palacios menores. Y avanzó entre la muchedumbre. Adentro todo estaba iluminado con miles y miles de candelas, y su esposa estaba vestida en oro, y sentada en un trono aún más grande, con tres grandes coronas de oro, y a todo su alrededor había mucho esplendor real, y a ambos lados de ella una fila de candelas, siendo la más alta de ellas tanto como la torre más elevada, hasta llegar a la más pequeñita de todas. Y todos los emperadores y reyes estaban de rodillas ante ella, besando su pie.
-"Esposa"- dijo el hombre, -"¿Eres Super Emperadora ahora?"-
 -"Sí"- dijo ella, -"ahora soy Super Emperadora." 
Y él se quedó mirándola, y era como si estuviera mirando al brillante sol. Después de mirarla por un rato, le dijo:
-"Oh, esposa, si ya eres Super Emperadora, ya quédate ahí."-
Pero ella permanecía inmutable como un poste, y parecía no mostrar ningún signo de vida. Entonces él le dijo:
-"Esposa, ahora que eres Super Emperadora, quédate satisfecha. Ya no hay nada más grande a qué aspirar."-
-"Ya lo veré."- respondió ella.
Y fueron a dormir. Pero ella no se sentía satisfecha, y la inquietud no la dejaba dormir, pues continuamente estaba pensando en que paso podría dar adelante.
El pescador dormía bien y tranquilamente, pues había tenido un día de arduo trabajo. Pero la mujer, del todo no pudo dormir, y se movía de un lado para otro durante toda la noche,  pensando siempre en que le faltaría llegar a ser, pero incapaz de obtener una respuesta de su mente.
Cuando empezó el día, y la mujer vio el resplandor del amanecer a través de la ventana, y el sol subiendo sobre las montañas, pensó:
-"¿No podría yo, ordenarle al sol y a la luna cuándo levantarse?"-
-"Esposo"- dijo ella, golpeándole las costillas con sus codos -" ¡despierta!, ve al Gran Pez Azul, y dile que deseo ser igual a como es Dios."-
Aunque el hombre estaba aún medio dormido, se horrorizó tanto que hasta se cayó de la cama. Creyendo que había oído mal, se frotó los ojos y dijo:
-"¿Que qué?, ¿qué es lo que estás diciendo?"-
-"Esposo"- dijo ella, -"si yo no puedo ordernarles al sol y la luna cuando salir, y ver al sol y la luna levantarse cuando yo lo deseo, no lo podría soportar. No sabré lo que es tener una nueva hora feliz, a menos que pueda controlarles su salida. "-
Entonces lo volvió a ver con una mirada tan terrible que al pobre pescador un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y le agregó:
-"¡Anda de una vez!"-
-"Caray, esposa"- replicó él, lanzándose de rodillas a sus pies -"el Gran Pez Azul no puede hacer eso. Él te hizo emperadora y super emperadora, quédate con lo que tienes como una super emperadora."-
Entonces ella se encolerizó, y su cabello se levantaba y se movía salvajemente, y gritaba:
-"¡No permitiré esto, ya no soporto más!, ¿vas a ir?"-
Entonces él se puso su ropa y corrió como un desesperado. Pero afuera había una gran tormenta, y el viento soplaba tan fuerte que difícilmente podía mantenerse de pie. Los árboles se doblaban y pegaban contra las casas, las montañas temblaban, las rocas rodaban hacia el mar, el cielo estaba resquebrajado y negro, y había truenos y relámpagos, y el mar se movía con inmensas olas tan altas como las torres de los castillos, y llevaban grandes espumas blancas sobre sus cúspides.

Entonces él gritó:
 -"Pez azul, Gran Pez Azul,
   ven, te lo suplico, ven donde estoy.
   Por mi esposa, la buena Isabel,
   que un deseo te quiere pedir."-

-"Bien, y ¿qué es lo quiere ella?"- preguntó el Gran Pez Azul.
-"Caray"- dijo él, -"ahora desea ser igual a Dios"-
-"Pues ve con ella, la encontrarás en el antiguo miserable tugurio de nuevo."-
Y que se sepa, allí continuaron viviendo hasta estos días.


Enseñanza:

La ambición sin medida ni respeto, sólo conduce a la desgracia.

El Mantel, La Mochila, el Sombrero y el Cuerno

El Mantel, La Mochila, el Sombrero y el Cuerno



Había una vez tres hermanos que habían caído profundamente en la pobreza, y al final su necesidad fue tan grande que tenían que soportar hambres, no teniendo nada para comer o beber. Entonces dijeron:
-"No podemos seguir así aquí, mejor vamos por el mundo en busca de fortuna."-
Por lo tanto se pusieron en marcha. Habían ya caminado un largo sendero y pasado por muchos campos, pero no tenían aún buena suerte. Un día llegaron a un gran bosque, y en medio de él había una colina, y cuando se acercaron a ella, vieron que la colina era toda de plata. Entonces el mayor habló:
-"Ya encontré la buena suerte que deseaba, y ya no buscaré nada más." 
Él tomó tanta plata como pudo cargar, y dio media vuelta y regresó a su casa. Pero los otros dos dijeron:
-"Nosotros queremos más buena suerte que la simple plata."-  y sin tocarla siguieron adelante. Después de caminar dos días más sin parar, llegaron a otra colina que era toda de oro. El segundo hermano paró, meditó consigo mismo, y estuvo indeciso.
-"¿Qué debería hacer?"- dijo él, -"¿debo tomar para mí lo más que pueda de este oro, con lo que tendría suficiente para el resto de mi vida, o debería avanzar más?"-
Por fin tomó una decisión, y poniendo lo más que pudo de oro en sus bolsos, dijo adiós a su hermano, y regresó a casa. Pero el tercero dijo:
-"El oro y la plata no me motivan, no renunciaré a mi oportunidad de fortuna, quizás algo aún más valioso me será dado."- 
Él siguió hacia adelante, y cuando había caminado por tres días, llegó a un bosque que era aún más grande que el anterior, y al que no se le veía un fin, y como no encontraba nada que comer o beber, se sentía todo exhausto. Entonces subió a un árbol bien alto para averiguar si allá arriba podría ver dónde terminaba el bosque, pero hasta donde los ojos le permitían ver, sólo veía  copas de árboles. Entonces comenzó a descender del árbol, pero el hambre lo atormentaba, y pensó:
-"¡Si al menos pudiera comer una vez más!"-
Una vez abajo él encontró, con asombro, una mesa bajo el árbol ricamente servida con comida, cuyos vapores subían hasta su nariz. 
-"Esta vez"- dijo, -"mi deseo ha sido cumplido a cabalidad en el momento oportuno."-
Y sin preocuparse en averiguar quién habría traído la comida, o quién la preparó, se sentó a la mesa y comió con gran disfrute hasta haber satisfecho su hambre. Una vez terminado, pensó:
-"Después de todo sería una verdadera lástima que el bello y pequeño mantel de esta mesa fuera abandonado en este bosque."-
Y lo enrolló bien apretado y lo puso en su bolso. Entonces prosiguió la marcha hacia adelante, y al anochecer, cuando de nuevo sintió hambre, el quiso usar el mantel como sábana, y lo extendió y dijo:
-"¡Cuánto me gustaría verte de nuevo cubierto de buenos alimentos!"-
Y no había terminado de pronunciar la última palabra de su deseo cuando aparecieron sobre el mantel muchos platos con la más exquisita comida, llenando todos los espacios disponibles sobre el mantel.  
-"Ahora me doy cuenta"- se dijo, -"en qué cocina se hace mi comida. Tú serás más apreciado por mí que las montañas de oro y plata."-
Vio claramente que aquél era un mantel de los deseos. Sin embargo, el mantel no era aún suficiente para volver tranquilamente a casa. Él prefirió viajar más por el mundo y buscar aumentar su fortuna.
Una noche él encontró, en un bosque solitario, a un sucio y negro carbonero, quien estaba quemando carbón allí, y tenía algunas papas en el fuego, con las que estaba preparando su comida.
-"¡Buenas noches, pájaro negro! dijo cariñosamente el joven, -"¿Cómo vives en esta soledad?"-
-"Un día es como cualquier otro"- replicó el carbonero, -"¡y cada noche papas! ¿Te gustaría tomar algunas y ser mi invitado?"-
-"Muchas gracias"- contestó el viajero, -"No pienso quitarte un pedacito de tu cena, pues no esperabas una visita, pero si quieres compartir la cena que traigo, tienes la invitación."-
-"¿Y quién te la va a preparar?"-  preguntó el carbonero, -"Veo que no traes nada contigo, y no hay nadie a menos de dos horas de camino que te pudiera alistar algo."-
-"Pues va a haber cena."- contestó el joven, -"y de lo mejor que jamás hayas probado."-
Ahí mismo sacó el mantel de su mochila, la extendió en el suelo, y dijo:
-"Mantelito, mantelito, cúbrete tu mismo."-
Instantáneamente, ensaladas, postres, carnes asadas y cocidas aparecieron allí, y tan calientitas como recién sacadas de la cocina. El carbonero se quedó viendo admirado, pero no necesitó de mucha insistencia para acomodarse junto a la comida, y llevar grandes bocados a su boca. Cuando ya hubieron comido de todo, el carbonero sonrió contento y dijo:
-"¡Mira tú! tu mantel tiene mi aprobación. Sería algo muy provechoso para mí en el bosque, donde nadie me cocina nada bueno. Te propongo un trueque: allá en aquel rincón cuelga una mochila militar, que ciertamente está vieja y fea, pero contiene poderes maravillosos, y como yo no la uso, te la cambiaría por el mantel."-
-"Primero debo saber que clase de poderes son."- contestó el muchacho.
-"Eso es lo que te diré."- contestó el carbonero. -"Cada vez que la palmees con la mano, un sargento con seis soldados armados de pies a cabeza se te hace presente, y ellos harán lo que le comandes hacer."-
-"Eso me interesa"- dijo el joven, -"si ninguna otra cosa podemos hacer, lo cambiaremos."-
Le dio al carbonero el mantel, desenganchó la mochila militar de donde colgaba, y poniéndosela le dijo adiós. Después de un poco de caminar, quiso hacer una prueba de los poderes mágicos de su mochila y la palmeó. Inmediatamente los siete guerreros saltaron ante él, y el sargento dijo:
              
                    
-"¿Qué es lo que mi señor y jefe desea que hagamos?"-
-"Vayan a toda velocidad donde el carbonero, y exíjanle que me regrese mi mantel de los deseos."- contestó.
Ellos hicieron giro a la izquierda, y fue cuestión de unos instantes para que estuvieran de regreso con lo solicitado, habiéndolo tomado del carbonero sin hacer mayores preguntas. El joven les ordenó retirarse, siguió adelante su camino con la esperanza de que la fortuna brillara aún mejor para él. A la hora de la puesta del sol llegó hasta donde estaba otro carbonero, quien estaba preparando su cena junto al fuego. 
-"Si puedes comer algunas papas con sal, pero sin aderezos, ven y siéntate conmigo."- dijo el hollinado amigo.
-"No"- contestó, -"esta vez tú serás mi invitado."-
Y extendió el mágico mantel, que instantáneamente se llenó con los más delicados platos. Comieron y bebieron juntos, y lo disfrutaron plenamente. Una vez terminada la cena, el carbonero dijo:
-"Allá arriba, en aquella ramita, hay un sombrero viejo y usado que tiene propiedades extrañas: cuando alguien se lo pone, y lo gira sobre su cabeza, salen doce cañones disparando a la vez, derribándolo todo, de modo que nadie puede oponérseles. El sombrero no tiene uso para mí, y estoy dispuesto a cambiártelo por tu mantel."-
-"Eso me calza muy bien."- le contestó.
Tomó el sombrero, se lo puso y dejó el mantel con el carbonero. Difícilmente había recorrido unos cientos de pasos cuando palmeó sobre la mochila, y mandó a sus soldados a capturar de nuevo el mantel.
-"Una cosa trae consigo otra cosa"- pensó él, -"y yo siento como que mi suerte no ha llegado aún a su fin."-
Sus pensamientos no lo engañaban. Después de haber caminado otro día entero, encontró a un tercer carbonero, quien como los anteriores, lo invitó a las papas sin aderezo. Pero el joven también lo invitó a cenar por medio del mantel de los deseos, y al carbonero le gustó tanto el mantel, que por fin le ofreció un cuerno a cambio, el cual tenía cualidades muy diferentes a las del sombrero. Cuando alguien lo sopla todas las paredes y fortificaciones se derrumban, y toda la ciudad o villa queda en ruinas.
Ciertamente hizo el trato y cambió el mantel por el cuerno, pero como en las veces anteriores, envió al regimiento a capturar y regresarle el mantel de nuevo.
-"Ahora"- se dijo él, -"soy un hombre completo, y es hora de regresar a casa y ver cómo les está yendo a mis hermanos."-
Cuando llegó a su casa, sus hermanos se habían construido para ellos bellísimas casas con el oro y la plata que trajeron, y vivían cómodamente. Él fue a visitarlos, pero como sus ropas estaban andrajosas, con un lamentable sombrero en su cabeza, y la sudada y sucia mochila en su espalda, ellos no lo reconocieron como a su hermano. Más bien se burlaron y dijeron:
-"Tú dices ser nuestro hermano quien despreció oro y plata para buscar algo mucho mejor para él. Cuando él venga lo hará sobre un carruaje lleno de esplendor como un rey poderoso, no como un mendigo."- y le cerraron la puerta.
Entonces se enojó mucho, y palmeó su mochila muchas veces, hasta que ciento cincuenta hombres se presentaron ante él, bien armados de pies a cabeza. Les ordenó rodear las casas de sus hermanos, y dos soldados fueron a traer varillas de avellanos, y con ellos castigaron a los insolentes hombres, hasta que confesaron que sí sabían quien era.
Aquello provocó un gran disturbio, la gente corría desesperada buscando dar auxilio a aquellos dos en su necesidad, pero contra estos soldados nada había que hacer.
 Al fin le llegaron noticias al rey sobre este asunto, quien se enfureció, y ordenó a un capitán marchar con su tropa y sacar al provocador fuera de la ciudad. Pero el hombre de la mochila pronto consiguió un regimiento más grande de hombres, quienes rechazaron al capitán y su grupo, los que tuvieron que irse sufriendo múltiples heridas. El rey dijo:
-"Este vagabundo no ha sido puesto en orden aún."- y al día siguiente envió a una aún más grande tropa contra él, pero todavía hicieron menos. 
El joven entonces puso más hombres contra el rey, y para terminar más rápido, giró dos veces en sombrero sobre su cabeza, y pesados cañones empezaron a trabajar, y los hombres del rey fueron derrotados y puestos en fuga.
-"Y ahora"- dijo él, -"no haré la paz hasta que el rey me de a su hija por esposa, y me ponga a gobernar todo el reino en su nombre."-
Él mandó a anunciarle esto al rey, quien al saberlo dijo a su hija:
-"La necesidad es una nuez muy dura de quebrar, ¿qué más me queda por hacer sino lo que él solicita? Si yo quiero paz y mantener la corona sobre mi cabeza, no tengo más opción que entregarte"-
Así pues se celebró la boda, pero la hija del rey estaba molesta de que su marido fuera un hombre común, que usaba un lamentable sombrero, y cargaba una sucia y vieja mochila.
Ella quería deshacerse de él, y de noche y de día estudiaba cómo podría realizarlo. Entonces pensó:
-"¿Sería posible que sus maravillosos poderes radicaran en su mochila?"-
Y ella lo cuidó y acarició, y cuando su corazón se había suavizado, le dijo:
-"Si tú pudieras alejar de tu lado esa horrible mochila, que tanto te desfigura, yo ya no me sentiría avergonzada de ti." 
-"Mi querida niña"- dijo él, -"esta mochila es mi mayor tesoro. Mientras yo la tenga, no hay poder en la tierra al cual yo le tema."-
Y él le reveló a ella la maravillosa virtud con la cual estaba poseída la mochila. Entonces ella se abalanzó en sus brazos como si fuera a besarlo, pero con gran destreza le quitó la mochila de sus hombros, y corrió con ella. Tan pronto como se sintió alejada, la palmeó, y ordenó a los soldados capturar a su antiguo amo, y sacarlo del palacio. Ellos obedecieron, y la obligada esposa envió aún más hombres tras de él, a que lo sacaran también del país.
Él habría sido derrotado si no hubiera tenido el viejo sombrero. Y como aún conservaba un poco de libertad en sus manos, pudo girar un par de veces el sombrero. Inmediatamente los cañones empezaron a disparar, y golpearon duramente todo, y la hija del rey se vio forzada a venir a pedir clemencia. Y en el tanto que ella aceptó los términos, y prometió arrepentimiento, él se permitió ser persuadido y le dio la paz. Ella actuó cariñosamente como si lo amara mucho, y después de un tiempo llegó a ablandarlo tanto que él le confió que si alguien llegara a tener la mochila en su poder, no podría hacerle ningún daño mientras él mismo tuviera en sus manos el viejo sombrero. 

Cuando ella supo el nuevo secreto, esperó a que se durmiera, le quitó el sombrero y lo tiró a la calle. Pero aún le quedaba el cuerno, y con gran enojo él lo sopló con todas sus fuerzas. Instantáneamente todas las paredes, fortificaciones, ciudades, pueblos y villas se vinieron abajo, y el rey y su hija quedaron aplastados entre las ruinas. Y sin haber terminado él de soplar un poco más y de bajar su cuerno, todo se redujo a escombros, y no quedó piedra sobre piedra, y él mismo terminó siendo la última víctima de aquella hecatombe.
Enseñanza:

Lo que de buena fe ha sido intercambiado, jamás debe  ser arrebatado, de lo contrario sólo servirá para generar su propia desgracia.