martes, 28 de julio de 2015

El Músico Maravilloso

El Músico Maravilloso  


Había una vez un maravilloso músico, que andaba completamente solo por un bosque y pensaba en montones de cosas, y cuando ya no tuvo en que más pensar, se dijo a sí mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, necesitaré hacerme de una buena compañía para mí."-
 Entonces él tomó su violín de su espalda, y lo empezó a tocar de modo que  resonara por entre los árboles. No pasó mucho rato  antes de que un lobo viniera trotando por la espesura hacia él. 
-"¡Ah, aquí viene un lobo! ¡Él no es de mi complacencia!"- dijo el músico.
Pero el lobo vino más cerca y le dijo, 
-"Ah, querido músico, qué maravillosamente tocas. Me gustaría aprender a hacerlo yo también."-
-"Eso se aprende rápido,"- contestó el músico, -"solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."-
- "¡Ah, músico!"- dijo el lobo, -"te obedeceré como un alumno  obedece a su maestro."-
El músico lo pidió que lo siguiera, y cuando ya habían caminado  parte del camino juntos, llegaron a un viejo roble que estaba hueco por dentro, y partido al medio. 
-"Mira,"- dijo el músico, -"si vas a aprender a tocar violín, pon las patas delanteras en esta grieta."-
 El lobo obedeció, pero el músico rápidamente recogió una piedra y con un rápido golpe acuñó sus dos patas tan firmemente que el lobo  quedó obligado a quedarse allí preso. 
-"Permanece allí hasta que yo vuelva,"-  dijo el músico, y se alejó  por el camino.
Al cabo de un rato, otra vez se dijo él mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, atraeré aquí a otro compañero,"-  y tomó su violín y otra vez lo tocó en el bosque. 
No pasó mayor tiempo antes de que un zorro viniera caminando  entre los árboles hacia él. 
-"¡Ah, está llegando un zorro!" dijo el músico. -"¡Tampoco lo deseo de compañero!"-


 El zorro se le acercó y le dijo, 
-"¡Ah, querido músico! ¡En que forma maravillosa tocas ese violín! Me gustaría aprender a hacerlo yo también."-
 -"Eso se aprende rápido,"- contestó el músico, -"solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."-
 - "¡Ah, músico!"- dijo el zorro, -"te obedeceré como un alumno  obedece a su maestro."-
-"Sígueme,"- dijo el músico."-
Y cuando ya habían andado una parte del camino, llegaron a un angosto sendero, con arbustos altos a ambos lados. Allí el músico se paró, y de un lado inclinó un joven arbusto color de avellana hacia la tierra, y lo sostuvo poniéndole su pie por encima, y del otro lado también inclinó un árbol joven, y dijo,
 -"Ahora zorrito, si vas a aprender a tocar violín, dame la pata izquierda delantera."
El zorro obedeció, y el músico sujetó su pata a la rama izquierda. -"Ahora zorrito,"- dijo él, -"me alcanzas tu pata derecha",- y la ató a la rama derecha. 
Cuando el músico había examinado que ambas patas del zorro estaban bien sujetas, soltó las ramas de sus pies y los arbustos se enderezaron de nuevo, dejando al pobre zorro suspendido en el aire. 
-"Espera aquí hasta que yo vuelva otra vez,"-  dijo el músico, y siguió su camino.
Al cabo de un rato, otra vez se dijo él mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, así que atraeré aquí a otro compañero,"-  y tomó su violín y otra vez lo tocó en el bosque. 
Entonces una pequeña liebre vino saltando hacia él. -
-"¿Por qué viene una liebre?,"- dijo el músico, -"no la quiero."-
-"¡Ah, querido músico! ¡Qué manera tan maravillosa de tocar ese violín! Me gustaría aprender a hacerlo yo también,"- le dijo la liebre.
 -"Eso se aprende rápido,"- contestó el músico, -"solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."-
 - "¡Ah, músico!"- respondió la liebre, -"te obedeceré como un alumno obedece a su maestro."-
-"Sígueme,"- dijo el músico."-
Y así siguieron una parte del camino juntos hasta que llegaron a un espacio abierto en el bosque, donde había un árbol de álamo. El músico ató una cuerda larga alrededor del cuello de la pequeña liebre y el otro final lo sujetó al árbol. 
-"¡Ahora, rápidamente, liebrecita, gira veinte veces alrededor del árbol!"- gritó el músico.
La pequeña liebre obedeció, y cuando ya había girado las veinte veces, la cuerda se había enroscado totalmente alrededor del tronco del árbol, y la pequeña liebre quedó atrapada. Y la dejó que se moviera lo que quisiera, pero eso sólo hizo que se le maltratara su sensible cuello. 
-"Espérame aquí hasta que yo vuelva,"- dijo el músico, y se fue por el camino. 
El lobo, mientras tanto, había empujado, tirado y mordido la piedra, y había trabajado con empeño y por tanto tiempo que logró poner sus pies en libertad y los sacó de la hendidura del tronco. Lleno de cólera y rabia se apresuró a ir detrás del músico para tratar de  despedazarlo. 
Cuándo el zorro vio al lobo correr, comenzó a lamentarse, y gritó  con toda su fuerza, 
-"Lobo hermano, ven en mi ayuda, que el músico me ha engañado!"- 
El lobo dobló hacia abajo el pequeño árbol y mordió la cuerda, liberando así al zorro quien fue con él para tomar parte en la venganza contra el músico. 
En seguida encontraron a la liebre atada, a quien igualmente ellos liberaron, y luego todos juntos fueron a buscar al traidor.
El músico había tocado una vez más su violín más adelante en su camino, y esta vez había sido más afortunado. El sonido alcanzó los oídos de un pobre leñador, que al instante, sin pensarlo dos veces, dejó su trabajo y vino con su hacha bajo el brazo para escuchar la música. 
- "Por fin viene el compañero adecuado,"- dijo el músico, - "ya que yo buscaba a un ser humano, y no a una bestia salvaje."- 
Y él comenzó a tocar tan maravillosamente y deliciosamente que el pobre hombre estuvo de pie allí como encantado, y su corazón saltaba con alegría.
Y mientras él estaba así de pie, el lobo, el zorro, y la liebre llegaron, y él vio muy bien que ellos traían alguna mala intención. 

Entonces  levantó su hacha brillante y se colocó delante del músico, como queriendo decir, 
-"¡A quienquiera que busque tocarlo, le advierto, tendrá que vérselas conmigo!"-
Entonces las bestias se aterrorizaron y retrocedieron corriendo hacia el bosque. El músico, sin embargo, tocó una vez más al hombre en agradecimiento, y luego siguió adelante su camino.  

Enseñanza:

Nunca deben de traicionarse las promesas hechas, como hizo el músico con los animalitos. Lo correcto es ser sincero y decir francamente si no se está en capacidad de dar o hacer algo, pero jamás, jamás,  ofrecer falsamente y luego incumplir o causar daño. 

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