GUALOK Y LAS ESTACIONES
Leyenda Toba
En
el comienzo de los tiempos los indígenas disfrutaban un pleno bienestar, con un
clima muy apacible y se desconocían los fenómenos meteorológicos responsables
de los cambios ambientales. Naktii Noón era la representación del bien, a quien
se agradecía mediante diversas demostraciones el mantenimiento de este contexto
de armonía.
Nahuet
Cagüen, la figura del mal que vivía en las tinieblas, decidió calmar su ira a
través de una expresa venganza: creó las bajas temperaturas, los fuertes
vientos y las lluvias incesantes bajo la imagen de Nomaga, el invierno.
Una
vez finalizada su obra, se jactó ante el pueblo toba y les aseguró que
padecerían el frío hasta que muriesen. Refiriéndose a la tarea de Nomaga, les
auguró sufrimiento. Además, les prometió que el sol dejaría de brillar en su
tierra, y el cielo se cubriría por nubes perpetuas. Por esto mismo, la
naturaleza perdería energía e iniciaría una lenta agonía, producto del helado y
perjudicial invierno.
Los
tobas comenzaron a llamar a Naktii Noón, entre gritos desesperados, para que
los abrigara con su calidez y detuviera la acción del mal. Los cuatro
representantes predilectos más escuchados fueron: el palo borracho, la planta
del patito, el picaflor y la pequeña viuda; a ellos encomendaron la tarea de
suplicarle al bien que esparciera calor sobre la tierra.
Ya
informado de esto, el bien los transformó en la flor del
algodón,gualok. Concentró allí cada uno de los destacados atributos de los
representantes.
Bajo
el cielo al fin despejado, la flor gualok llegó a la tierra y se
abrió lentamente. Los tambores comenzaron a resonar y las semillas iniciaron su
viaje llevadas por el viento. El ciclo de la naturaleza retornó su vigor,
nuevos algodonales nacieron, nuevas semillas se esparcieron. Infinitamente se
repitió hasta cubrir completamente de blanco la tierra toba. La suave hebra del
algodón se transformó en túnicas blancuzcas, tejida en el telar de urunday. Los
tobas las colorearon y con ellas cubrieron sus cuerpos; los cantos inundaron el
aire para agradecer la protección de Nakta Noón.
Derrotado
y enfurecido, Nahuet Cagüen se abalanzó como una nueva adversidad y se
convirtió en la lagarta rosada, plaga maldita del algodón.
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