miércoles, 20 de mayo de 2015

EL GIRASOL

EL GIRASOL


Cuenta una leyenda guaraní que la vida de esta planta comenzó en un lugar a orillas del río Paraná, donde vivían dos tribus vecinas. Los caciques de ambas tribus, Pirayú y Mandió, eran muy buenos amigos, y sus pueblos intercambiaban pacíficamente artesanías y alimentos. Un día, a Mandió se le ocurrió unir las dos tribus, y para ello pidió en matrimonio a la hija de Pirayú. Pero éste le dijo que eso era algo imposible, y le contó que su hija no se casaría con ningún hombre porque había ofrecido su vida al Dios Sol.
Mandió se encolerizó, y Pirayú trató de explicarle, de la mejor manera posible, que la joven Carandaí pasaba horas al Sol desde muy pequeña y vivía únicamente para él, y que los días nublados la ponían muy triste.
- ¡Esto es peor que un desprecio! -grito Mandió, y se alejó prometiendo venganza.
Pirayú se quedó muy triste y preocupado, porque pensaba que su amigo castigaría a su pueblo. Y por desgracia, al cabo de varios días, sucedió lo tan temido. Carandaí se desplazaba en su canoa por el río, contemplando la caída del sol, cuando de pronto vio resplandores de fuego sobre su aldea. Llena de angustia remó con todas sus fuerzas hacia la orilla pero, al saltar a tierra, una trampa hecha con gruesas barras de madera cayó sobre ella y la inmovilizó.
- Ahora tendrás: que pedirle a tu dios que te libere de mi venganza -dijo Mandió, riendo con expresión cruel.
- ¡Oh, Kuarahí, mi querido Sol -susurró Carandaí. -¡No permitas que Mandió acabe conmigo y con mi pueblo! ¡No lo permitas!

Casi no había terminado de hablar cuando Kuarahí envió a la joven un remolino de potentes rayos, que la envolvieron haciéndola desaparecer de la vista de Mandió. Y en el lugar donde había estado Carandaí brotó una planta esbelta, con una flor dorada que, al igual que la princesa, se mantiene siempre con su cara al cielo, siguiendo los derroteros del Sol.


No hay comentarios:

Publicar un comentario