martes, 7 de abril de 2015

Las Termas de Copahue

Las Termas de Copahue


Un cacique araucano se había convertido en amo de las tribus ubicadas del Norte al Sur en territorio chileno merced a su afán de conquista, que lo había llevado a luchas encarnizadas de las que siempre salía airoso. El pueblo le temía y lo respetaba, sabiendo que cualquier trasgresión sería severamente castigada por el monarca. Pero un día, tras una cruenta batalla, la gloria del cacique se eclipsó al ser herido por una flecha. Antes de morir y de que su alma volase al Ahué Mapú, el país de los muertos, delegó el mando en su hijo Copahue.
Copahue era un joven que, si bien había heredado el físico vigoroso, la valentía y la audacia de su padre, se diferenciaba del viejo cacique por su corazón bondadoso. Vestía siempre un chamal, que es una especie de túnica de lana, y un poncho tejido, con guardas de colores en las que se representaba la flor del colihue, característica de esa región patagónica. En sus pies llevaba sandalias de cuero de guanaco y sujetaba su cabello con el trarilonco o vincha, símbolo de su jerarquía.
Desde que asumió el mando quiso continuar la campaña iniciada por su progenitor, llegando a concebir la idea de cruzar la cordillera de los Andes y subordinar a las tribus argentinas. Realizados los preparativos la comitiva emprendió la marcha a través del sur chileno hacia el lado argentino, entre cerros, bosques y lagos. llegaron pronto a una zona desconocida para ellos, en la que un lago de aguas tranquilas reflejaba el paisaje circundante, rico en flores, alerces, pinos, pehuenes, coronados por picos nevados.
Habían arribado al lago Aluminé, desde donde prosiguieron su camino hacia el Norte. Decidieron luego detenerse, e instalaron sus toldos con forma de carpa, compuestos por dos gruesas ramas y una superior atravesada, cubierta por cueros. Mientras se armaba el campamento, Copahue se separó del grupo y decidió inspeccionar los alrededores. Caminó y caminó por un hermoso sendero rodeado de bosques y quebradas, hasta llegar a una meseta verde, donde abundaban los pastos y los árboles.
A lo lejos vio recortada la silueta de una mujer de rara belleza, vestida con un chamal blanco y con el cabello recogido en una trenza. Ella le dijo que estaba esperando, ya que había guiado sus pasos hasta el lugar. Era en realidad una hechicera, quien le predijo triunfos y glorias. Copahue emprendió así su empresa y los presagios se fueron cumpliendo. Logró victorias inimaginadas, que fueron festejadas por la tribu con regocijo.
Pero Copahue no era completamente feliz. Deseaba unirse a la bella hechicera que lo había conducido a la victoria, aun cuando el consejo de ancianos de la tribu no aceptara sus deseos. Entonces las tribus se sublevaron y dieron muerte al joven, culpando a la esposa de su suerte. Tras una reunión decidieron que la doncella debería morir lanceada.
Nadie la defendió e inútil fue que gritara su inocencia; para cumplir la sentencia la ataron a una roca. Al sentirse cerca del fin, ella invocó el alma de su amado. Cuando el primer lanzazo atravesó su corazón surgieron de las grietas de la montaña enormes chorros de agua hirviente con olor a azufre.

El dibujo es de antonella en http://2011arteparachicos.blogspot.com.ar

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