Las Termas de Copahue
Un cacique araucano se había convertido en
amo de las tribus ubicadas del Norte al Sur en territorio chileno merced a su
afán de conquista, que lo había llevado a luchas encarnizadas de las que
siempre salía airoso. El pueblo le temía y lo respetaba, sabiendo que cualquier
trasgresión sería severamente castigada por el monarca. Pero un día, tras una
cruenta batalla, la gloria del cacique se eclipsó al ser herido por una flecha.
Antes de morir y de que su alma volase al Ahué Mapú, el país de los muertos,
delegó el mando en su hijo Copahue.
Copahue era un joven que, si bien había
heredado el físico vigoroso, la valentía y la audacia de su padre, se
diferenciaba del viejo cacique por su corazón bondadoso. Vestía siempre un
chamal, que es una especie de túnica de lana, y un poncho tejido, con guardas
de colores en las que se representaba la flor del colihue, característica de
esa región patagónica. En sus pies llevaba sandalias de cuero de guanaco y
sujetaba su cabello con el trarilonco o vincha, símbolo de su jerarquía.
Desde que asumió el mando quiso continuar la
campaña iniciada por su progenitor, llegando a concebir la idea de cruzar la
cordillera de los Andes y subordinar a las tribus argentinas. Realizados los
preparativos la comitiva emprendió la marcha a través del sur chileno hacia el
lado argentino, entre cerros, bosques y lagos. llegaron pronto a una zona
desconocida para ellos, en la que un lago de aguas tranquilas reflejaba el
paisaje circundante, rico en flores, alerces, pinos, pehuenes, coronados por
picos nevados.
Habían arribado al lago Aluminé, desde donde
prosiguieron su camino hacia el Norte. Decidieron luego detenerse, e instalaron
sus toldos con forma de carpa, compuestos por dos gruesas ramas y una superior
atravesada, cubierta por cueros. Mientras se armaba el campamento, Copahue se
separó del grupo y decidió inspeccionar los alrededores. Caminó y caminó por un
hermoso sendero rodeado de bosques y quebradas, hasta llegar a una meseta
verde, donde abundaban los pastos y los árboles.
A lo lejos vio recortada la silueta de una
mujer de rara belleza, vestida con un chamal blanco y con el cabello recogido
en una trenza. Ella le dijo que estaba esperando, ya que había guiado sus pasos
hasta el lugar. Era en realidad una hechicera, quien le predijo triunfos y
glorias. Copahue emprendió así su empresa y los presagios se fueron cumpliendo.
Logró victorias inimaginadas, que fueron festejadas por la tribu con regocijo.
Pero Copahue no era completamente feliz.
Deseaba unirse a la bella hechicera que lo había conducido a la victoria, aun
cuando el consejo de ancianos de la tribu no aceptara sus deseos. Entonces las
tribus se sublevaron y dieron muerte al joven, culpando a la esposa de su
suerte. Tras una reunión decidieron que la doncella debería morir lanceada.
Nadie la defendió e inútil fue que gritara su
inocencia; para cumplir la sentencia la ataron a una roca. Al sentirse cerca
del fin, ella invocó el alma de su amado. Cuando el primer lanzazo atravesó su
corazón surgieron de las grietas de la montaña enormes chorros de agua
hirviente con olor a azufre.
El dibujo es de antonella en http://2011arteparachicos.blogspot.com.ar
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