sábado, 5 de septiembre de 2015

¡BAILA, MUÑEQUITA!

¡BAILA, MUÑEQUITA!




-Sí, es una canción para las niñas muy pequeñas -aseguró tía Malle-. Yo, con la mejor voluntad del mundo, no puedo seguir este «¡Baila, baila, muñequita mía!» -Pero la pequeña Amalia si la seguía; sólo tenía 3 años, jugaba con muñecas y las educaba para que fuesen tan listas como tía Malle.

Venía a la casa un estudiante que daba lecciones a los hermanos y hablaba mucho con Amalita y sus muñecas, pero de una manera muy distinta a todos los demás. La pequeña lo encontraba muy divertido, y, sin embargo, tía Malle opinaba que no sabía tratar con niños; sus cabecitas no sacarían nada en limpio de sus discursos. Pero Amalita sí sacaba, tanto, que se aprendió toda la canción de memoria y la cantaba a sus tres muñecas, dos de las cuales eran nuevas, una de ellas una señorita, la otra un caballero, mientras la tercera era vieja y se llamaba Lise. También ella oyó la canción y participó en ella.

¡Baila, baila, muñequita,
qué fina es la señorita!
Y también el caballero
con sus guantes y sombrero,
calzón blanco y frac planchado
y muy brillante calzado.
Son bien finos, a fe mía.
Baila, muñequita mía.

Ahí está Lisa, que es muy vieja,
aunque ahora no semeja,
con la cera que le han dado,
que sea del año pasado.
Como nueva está y entera.
Baila con tu compañera,
serán tres para bailar.
¡Bien nos vamos a alegrar!
Baila, baila, muñequita,
pie hacia fuera, tan bonita.
Da el primer paso, garbosa,
siempre esbelta y tan graciosa.
Gira y salta sin parar,
que muy sano es el saltar.
¡Vaya baile delicioso!
¡Son un grupo primoroso!

Y las muñecas comprendían la canción; Amalita también la comprendía, y el estudiante, claro está. Él la había compuesto, y decía que era estupenda. Sólo tía Malle no la entendía; no estaba ya para niñerías.
-¡Es una bobada! -decía. Pero Amalita no es boba, y la canta. Por ella es por quien la sabemos.


EL ARA IYAPÍ (termino del Mundo)

EL ARA IYAPÍ
(termino del Mundo)


Todos los aborígenes tienen especial aversión por el murciélago. Los chiriguanos le llaman mbopi y los tobas y mocobíes "sanhihuej". El murciélago representa el Ara Ipayi o fin del mundo. Por eso se le encuentra estilizado en las alfarerías de los diversos grupos étnicos de la nación Guaraní, junto con el buho que es su enemigo y de quien depende tenga o no éxito en su empresa. . .
Es creencia que algún día aparecerá el Andirá Guazú (Murciélago grande) y comerá a todos los seres vivientes de la tierra, terminando así la vida en todos los órdenes. Para que esto sea posible será necesario una enorme cantidad de  "andirás " chicos, sin los cuales no puede nacer el Andirá Grande que pondrá punto final a la vida.
No se sabe cuándo podrá acontecer esto, por cuanto Ebliuá (Dios), les puso por enemigos el buho y la lechuza (ñacurutú y urucureá), que persiguen a los murciélagos y los matan, evitando la multiplicación convencional que determinaría el nacimiento del Murciélago. Grande.
Llegará, empero, un día, en que el buho y la lechuza, sea por debilidad, incapacidad o muerte, no podrán detener los murciélagos chicos en su proliferación, y entonces acaecerá el advenimiento del Andirá Grande que impondrá el Ara Iyapi o sea el Fin del mundo.. .







viernes, 4 de septiembre de 2015

El avaro y el oro

El avaro y el oro


Un avaro vendió todo lo que tenía de más y compró una pieza de oro, la cual enterró en la tierra a la orilla de una vieja pared y todos los días iba a mirar el sitio. 
Uno de sus vecinos observó sus frecuentes visitas al lugar y decidió averiguar que pasaba. Pronto descubrió lo del tesoro escondido, y cavando, tomó la pieza de oro, robándosela. 
El avaro, a su siguiente visita encontró el hueco vacío y jalándose sus cabellos se lamentaba amargamente. 
Entonces otro vecino, enterándose del motivo de su queja, lo consoló diciéndole: 
- Da gracias de que el asunto no es tan grave. Ve y trae una piedra y colócala en el hueco. Imagínate entonces que el oro aún está allí. Para ti será lo mismo que aquello sea o no sea oro, ya que de por sí no harías nunca ningún uso de él.

Valora las cosas por lo que sirven, no por lo que aparentan.

El hada de las aguas

El hada de las aguas 



Un pequeño hermano y su hermana jugaban una vez cerca de un pozo, y mientras jugaban, ambos cayeron al pozo. Una hada de las aguas vivía dentro del pozo, quién al verlos dijo, 

-"¡Ahora que les tengo, van a trabajar mucho para mí!"- y se los llevó. 

Ella dio a la muchacha lino enredado y sucio para hilar, y también tenía que traer el agua en un cubo que tenía un agujero, y el muchacho tenía que talar y derribar un árbol con un hacha sin filo, y ellos no conseguían nada para comer excepto bolas de masa hervida para servir con guiso y todo tan duro como piedras.

Entonces por fin los niños se pusieron tan impacientes, que esperaron hasta un domingo, cuando el hada salió de la casa, y se escaparon. Pero cuando ella regresaba, vio que las aves revoloteaban, y los seguían con gran ruido. Los niños la vieron desde lejos, y la muchacha lanzó un cepillo hacia atrás que formó una colina inmensa de cerdas, con miles y miles de picos, sobre los cuales se vio obligada el hada a trepar con gran dificultad; pero por fin, sin embargo, logró pasarlos.

Cuando los niños vieron eso, el muchacho lanzó detrás de él un peine que formó una gran colina de peines con mil veces mil dientes, pero el hada seguía en su empeño de perseguirlos, y por fin atravesó los dientes. Entonces la muchacha lanzó detrás de ella un espejo que formó una colina de espejos, y era tan deslizadizo que fue imposible para el hada cruzarla. Entonces el hada pensó, 

-"Me iré a casa rápidamente y traeré mi hacha, y cortaré la colina de cristal por  la mitad."-


Mucho antes de que ella volviera y hubiera partido la colina de  cristal, los niños ya se habían escapado a una gran distancia, y el hada se vio obligada a regresar de nuevo a su pozo sin ellos.



Enseñanza:


Cuando se es menor de edad, nunca se debe jugar cerca de estanques, ríos, piscinas o pozos, si no hay una persona adulta que los acompañe y cuide. 

EL CABURÉ

EL CABURÉ



El caburé o cabureí es un pájaro de la región chaqueña de gran ascendencia sobre las demás aves de la selva. Se dice que a su llamado acuden todos los pájaros de la floresta entre los que elige su víctima. Esta triste fama del caburé ha servido para que la gente le atribuyerapoderes desconocidos y utilice sus plumas como "payés" o amuletos, para obtener ventajas espirituales y materiales, suerte en el amor, en el juego, en la guerra, etc. Es creencia. que esos amuletos colgados sobre el pecho, dan un poder irresistible a quien los lleva.
En esta larga guerra entre Dios y el Demonio que culminará en el Juicio Final, sucedió una vez que Tupang (Dios), Qreó un hermoso pájaro, Señor y Rey de los cantores. Lo hizo magnífico, como todas sus creaciones, deslumbrante, y de voz maravillosa, para que las demás avecillas, en un anhelo de superación emularan entre sí para alcanzar su voz, su porte y donosura.
Pronto el caburé difundió el sortilegio divino de su voz, hechizando con su canto a todos los moradores de la selva que le rodeaban, embelesados, dominados por la magia de sus trinos.
Así fue el caburé en un principio y así le conocieron generaciones y generaciones de aves de la selva y la floresta.
Pero el Rey de los cantores tenía un talón de Aquiles, un punto vulnerable como todos los elegidos. No debía ser sorprendido durante el sueño a solas. Pero una noche, por conjuro de los hados negros, el hermoso cantor se encontró solo en la espesura. Había desgranado todo el día el concierto prodigioso de su voz, y fatigado, quedó dormido. Aprovechó Añang esta ocasión única y le introdujo el maleficio.
Al 'ía siguiente el caburé ya no era el mismo. Su voz había degenerado y su mansedumbre se había trocado en ansias incontenibles de crimen. Ya no cantó más para embelesar. a las avecillas de Dios, sino para elegir su presa. Este cambio psíquico, trajo también lentamente su cambio físico. El caburé, pervertido, criminal, maldito, perdió sus hermosas formas tomando un aspecto vulgar. Pero las humildes avecitas de la selva, por efecto todavía de aquel influjo mágico que Tupang le dió, acuden a su llamado fatal, donde pagan con la vida su devoción a la melodía y la belleza. . 











miércoles, 2 de septiembre de 2015

El viejo RinkRank

El viejo RinkRank   



Había una vez un Rey que tenía una hija, y él ordenó que una montaña de cristal fuera hecha, y dijo que quienquiera pudiera cruzar al otro lado de ella sin caerse  podría tener a su hija por esposa. Había entonces un joven quién amaba a la hija del Rey, y preguntó al Rey si podría intentar el tenerla por esposa. 

-"Sí', dijo el Rey; "si usted puede cruzar la montaña sin caer, usted la tendrá."-

 Y la princesa dijo que ella lo acompañaría, y lo sostendría si él estuviera a punto de caerse.

Entonces ellos fueron juntos a empezar la travesía, y cuando estaban a la mitad del camino, la princesa resbaló y cayó, y la montaña de cristal se abrió y la encerró en su interior inmediatamente, y su prometido no podía ver hacia donde ella había caído, pues la montaña se había cerrado muy rápidamente. Entonces él lloró y se lamentó mucho, y el Rey, quien también se sentía desconsolado, pensaba que bien podría abrir la montaña donde ella se había perdido, y así sería capaz de sacarla otra vez, pero ellos no pudieran encontrar el lugar donde ella se había caído.

Mientras tanto la hija del Rey había caído profundamente abajo en la tierra en una gran cueva. Un viejo con una barba gris muy larga vino para encontrarla, y le dijo que si ella fuera su criada e hiciera todo que él pedía, ella podría vivir, si no él la mataría. Entonces ella hizo todo que él pedía. Por las mañanas él sacaba una escalera que tenía oculta, y la colocaba contra la montaña y subía a la cumbre por medio de ella, y luego guardaba de nuevo la escalera. La princesa tuvo que cocinarle su comida, hacerle su cama, y hacerle todo su trabajo, y cuando él regresaba a casa otra vez, siempre traía un montón de oro y plata.

Cuando ella ya había vivido con él durante muchos días, y se había hecho más madura, él la llamó Madre Mansrot, y ella tuvo que llamarlo a él Viejo RinkRank. Entonces un día, cuando él había salido, y ella le había hecho su cama y había lavado sus platos, cerró las puertas y ventanas rápidamente, y había una muy pequeña ventana por la cual la luz entraba, la cual ella dejó abierta. Cuando Viejo RinkRank vino a casa, él llamó a la puerta, y gritó, 

-"Madre Mansrot, ábreme la puerta"-

-"No,"- dijo ella, -"Viejo RinkRank, no te abriré la puerta."-

Entonces él dijo,

-"Aquí estoy de pie, yo, pobre RinkRank,
Con mis muchos largos años,
Con mi cansado pie agotado,
Lava mis platos, Madre Mansrot."-

-"He lavado ya tus platos."- dijo ella. 

Entonces otra vez él dijo,

-"Aquí estoy de pie, yo, pobre RinkRank,
Con mis muchos largos años,
Con mi cansado pie agotado,
Alista mi cama, Madre Mansrot."-

-"He alistado tu cama ya."- dijo ella. 

Entonces otra vez él dijo,

-"Aquí estoy de pie, yo, pobre RinkRank,
Con mis muchos largos años,
Con mi cansado pie agotado,
Abre la puerta, Madre Mansrot."-

-"No," dijo ella, "Viejo RinkRank, no te abriré la puerta."-

Entonces él corrió en todo alrededor de su casa, y vio que la pequeña ventana estaba abierta, y pensó, 

-"Miraré adentro y veré lo que ella está haciendo, y sabré por qué no me quiere abrir  la puerta."-

Él trató de mirar a hurtadillas, pero no podía pasar su cabeza debido a su barba larga. Entonces primero pasó su barba por la ventana abierta, pero tan pronto como la metió adentro, la Madre Mansrot se acercó y cerró la ventana con una cuerda que ella le había atado, y su barba quedó prensada rápidamente allí.

Entonces él comenzó a gritar muy lastimosamente, ya que esto le hizo mucho daño a él, y le suplicaba que lo soltara otra vez. Pero ella dijo que no, si antes no le daba la escalera con la que él subía la montaña.

Entonces, quisiera o no, él tuvo que decirle donde estaba la escalera. Y ella sujetó una cinta muy larga a la ventana, y luego colocó la escalera, y subió la montaña, y cuando ya estaba en lo alto le abrió la ventana.

Ella fue donde su padre, y le dijo todo lo que le había pasado. El Rey se alegró enormemente, y su  prometido estaba todavía allí. Luego fueron y cavaron en toda la montaña, y encontraron al Viejo RinkRank dentro de ella con todo su oro y plata.

Entonces el Rey mandó a juzgar al Viejo RinkRank, y le decomisó todo su oro y plata. La princesa se casó con su prometido, y vivió en adelante felizmente en gran magnificencia y alegría.

Enseñanza:


Con astucia y debida preparación, siempre se puede derrotar al mal. 

La Niña de Nuestra Dama

La Niña de Nuestra Dama  

 

Con grandes dificultades, en un gran bosque vivía un leñador con su esposa, quienes tenían una sola hija, una niña de tres años de edad. Eran tan pobres, sin embargo, que ya no tenían pan para cada día, y no sabía cómo conseguir la comida para ella. Una mañana, el leñador salió triste a su trabajo en el bosque, y mientras estaba cortando madera, de repente se puso delante de él una mujer alta y hermosa, con una corona de brillantes estrellas sobre su cabeza, que le dijo: 
-"Yo soy la Virgen María, madre del niño Jesús. Tú eres pobre y necesitado, tráeme a tu hija, la llevaré conmigo y seré su madre, y cuidaré de ella."-
El leñador obedeció, trajo a su hija, y se la dio a la Virgen María, quien la llevó al cielo con ella. Allí, a la niña le iba bien, comía tortas de azúcar, y bebía leche dulce, y sus vestidos eran de oro, y los angelitos jugaban con ella. Y cuando ella tuvo catorce años de edad, la Virgen María la llamó un día y le dijo:
-"Hija mía, estoy a punto de hacer un largo viaje, toma bajo tu cuidado las llaves de las trece puertas del cielo. Doce de ellas las puedes abrir y disfrutar la gloria que está dentro de ellas, pero la décimotercera, a la que pertenece esta pequeña llave, se te ha prohibido. Ten cuidado con su apertura, o llevarás la miseria a ti misma."-
La niña se comprometió a ser obediente, y cuando la Virgen María se había ido, empezó a examinar las viviendas del reino de los cielos. Cada día abrió uno de ellos, hasta que ya había hecho la ronda de las doce. En cada una de ellas se sentaba uno de los apóstoles en medio de una gran luz, y se regocijó en toda la magnificencia y esplendor, y los angelitos que siempre la acompañaban se regocijaban con ella.Entonces solo quedó la puerta prohibida, y ella sintió un gran deseo de saber lo que podría estar oculto detrás de ella, y dijo a los ángeles: 
-"Yo no la abriré mucho, y no voy a entrar en su interior, pero la voy a abrir un poquito para que sólo podemos ver un poco a través de la apertura."-
-"¡Oh no!"- dijeron los angelitos.-"Eso sería un pecado. La Virgen María lo ha prohibido y eso fácilmente podría causar tu infelicidad."-
Entonces ella se quedó en silencio, pero el deseo en su corazón no estaba calmado, y la mordía y la atormentaba, y no la dejaba tener descanso. Y una vez que todos los ángeles se fueron, pensó:
-"Ahora estoy completamente sola, y podría espiar algo.  Si lo hago, nadie lo sabrá nunca."- 
Ella buscó la llave, y cuando la tuvo en la mano, la puso en la cerradura, y la giró. Entonces la puerta se abrió, y vio allí a la Trinidad sentada en el fuego y en el esplendor. Se quedó allí un rato, y miró a todo con asombro, luego tocó la luz un poco con el dedo y el dedo se volvió de oro. Inmediatamente un gran temor cayó sobre ella. Cerró la puerta con violencia, y corrió. Su terror no desaparecía, no sabia lo que hacía, su corazón latía constantemente y su dedo continuaba dorado, y no se aclaraba, aunque lo lavaba y lo frotaba con rigor . 
No pasó mucho tiempo antes de que la Virgen María regresara de su viaje.
Y llamó a la chica ante ella, pidiéndole las llaves del cielo de nuevo. Cuando la doncella le dio el llavero, la Virgen la miró a los ojos y le dijo: 
-"¿No has abierto la décimotercera puerta también?"-
- "No," respondió ella. 
Luego puso su mano en el corazón de la niña, y sintió cómo latía y latía, y vio muy bien que había desobedecido a su orden y que había abierto la puerta. Luego dijo una vez más,
-"¿Estás segura de que no lo has hecho?"-
-"Sí"-, dijo la niña por segunda vez."-
Luego notó el dedo que se había convertido en oro al tocar el fuego del cielo, y vio también que la niña había pecado, y preguntó por tercera vez:
-"¿No lo has hecho?"-
-"No señora"- dijo la niña por tercera vez.
Luego dijo la Virgen María:
-"Tú no me has obedecido, y además que has mentido, tú ya no eres digna de estar en el cielo."-
Entonces la niña cayó en un profundo sueño, y cuando despertó, estaba abajo en la tierra, en medio de un lugar solitario. Quería gritar, pero no pudo producir sonido alguno.
Se levantó y quiso huir, pero para donde quiera que ella se moviera, se encontraba continuamente de nuevo rodeada por setos de espinas a los que no podía atravezar. En aquella soledad, en la que fue encarcelada, se encontraba un viejo árbol hueco, y este tendría que ser su morada.
Allí se deslizaba al llegar la noche, y  allí dormía. Allí también encontraba refugio de la tormenta y de la lluvia, pero era una vida miserable, y la hizo llorar amargamente cuando recordó lo feliz que había estado en el cielo, y cómo los ángeles habían jugado con ella.
Raíces y frutos silvestres eran su único alimento, y por estas buscaba lo más lejos que podía ir. En el otoño recogió las nueces y las hojas caídas, y las llevó al agujero. Las nueces eran su alimento en invierno, y cuando la nieve y el hielo llegaban, ella se deslizaba entre las hojas como un pobre animalito para no congelarse. En poco tiempo su ropa estaba casi desgarrada toda, y poco a poco se le desprendían pedacitos. Tan pronto, sin embargo, como el sol brillaba caliente otra vez, salió y se sentó delante del árbol, y su larga cabellera la cubría por todas partes como un manto. Así, ella se sentó año tras año, y sintió el dolor y la miseria del mundo. 
Un día, cuando los árboles estaban una vez más vestidos de verde fresco, el rey de aquel país se encontraba cazando en el bosque, y siguió a un corzo, que había huido a la espesura que cerró esa parte del bosque, y se bajó de su caballo, derribó arbustos, y se hizo camino con su espada.
Cuando por fin se abrió paso, vio a una doncella maravillosamente hermosa bajo el árbol, y ella se sentó y se cubrió completamente con sus cabellos de oro hasta sus pies. Él se detuvo y la miró lleno de sorpresa, y luego le habló y le dijo: 
-"¿Quién eres tú? ¿Por qué estás sentada aquí en esta soledad?"-
Pero ella no dio ninguna respuesta, porque no podía abrir la boca. El Rey continuó,
-"¿Quieres venir conmigo a mi castillo?"-
Entonces ella se limitó a asentir con la cabeza un poco. El Rey la tomó en sus brazos, la llevó a su caballo y regresó a casa con ella, y cuando llegó al castillo real la llevó a ser vestida con ropa hermosa, y le dio de todas las cosas en abundancia. A pesar de que no podía hablar, estaba todavía tan hermosa y encantadora que empezó a amarla con todo su corazón, y no pasó mucho tiempo antes de que él se casara con ella.



Después de que había pasado un año , la Reina trajo un hijo al mundo. Entonces la Virgen María se le apareció en la noche, cuando yacía en su cama, sola, y le dijo: 
-"Si quieres decir la verdad y confesar que abriste la puerta prohibida, abriré tu boca, y te daremos de nuevo tu voz, pero si tú perseveras en tu pecado, y lo sigues negando con obstinación, me llevaré a tu hijo recién nacido conmigo."-
Entonces a la reina se le permitió responder, pero ella seguía siendo negativa y dijo:
-"No, no he abierto la puerta prohibida"-
y entonces la Virgen María llevó al niño recién nacido en sus brazos y desapareció con él. 
A la mañana siguiente, como el niño no se encontraba, se murmuraba en el pueblo que la Reina era una devoradora de hombres, y había matado a su propio hijo. Ella escuchó todo esto y no podía decir nada en contra, pero el rey no lo creería, porque la amaba tanto. 
Cuando había pasado otro año, la Reina de nuevo dio a luz otro hijo, y en la noche la Virgen María, vino otra vez donde ella y le dijo:
-"Si quieres confesar que tú abriste la puerta prohibida, te daré tu hijo de regreso, y desataré tu lengua; pero si continúas en el pecado y sigues negándolo, me llevaré conmigo a este nuevo niño también."-
-"No, no he abierto la puerta prohibida"-, y la Virgen se llevó al niño en sus brazos al cielo.
A la mañana siguiente, cuando se notó que el niño también había desaparecido, la gente declaró en voz muy alta que la Reina lo había devorado, y los consejeros del rey exigieron  que debía ser llevada ante la justicia. El rey, sin embargo, la amaba tanto que no lo creía, y ordenó a los consejeros, bajo pena de muerte no decir nada más al respecto. 
Al año siguiente, la Reina dio a luz a una hija pequeña y hermosa, y por tercera vez la Virgen María se le apareció en la noche y le dijo:
-"Sigueme"-
Ella tomó a la reina de la mano y la llevó al cielo, y le mostró a sus dos hijos mayores, quienes le sonreían, y estaban jugando con la bola del mundo. Cuando la Reina se regocijó al verlos, la Virgen María dijo: 
-"¿Y no se ha ablandado aún tu corazón? Si quieres confesar que abriste la puerta prohibida, te devolveré a tus dos hijos pequeños."-
Pero por tercera vez la Reina respondió:
-"No, no he abierto la puerta prohibida."-
A continuación, la Virgen la dejó hundirse en la tierra una vez más, y se llevó a su nueva hija también. 
A la mañana siguiente, cuando la pérdida fue reportada en el país, todo el pueblo gritò en voz alta:
-"La Reina es una devoradora de hombres. Ella debe ser juzgada."- 
y el Rey ya no era capaz de contener a sus consejeros.
Acto seguido se llevó a cabo un juicio, y como ella no podía responder y defenderse a sí misma, fue condenada a ser quemada viva.  Amontonaron la leña, y cuando estaba atada a la estaca, y el fuego comenzó a arder alrededor de ella, el duro hielo del orgullo se derritió, y su corazón fue conmovido por el arrepentimiento y pensó:
-"Si yo pudiera confesar antes de mi muerte que sí abrí la puerta."-
Entonces su voz volvió a ella, y gritó en voz alta: 
-"¡Sí, María, yo lo hice!"-, 
y una fuerte lluvia cayó desde el cielo y extinguió las llamas del fuego, y una luz brotó por encima de ella, y la Virgen María descendió con los dos hijos pequeños a su lado, y la hija recién nacida en sus brazos. Ella habló con benevolencia, y le dijo: 
-"El que se arrepiente de su pecado y lo reconoce, se le perdona."-
Entonces ella le dio los tres niños, desató su lengua, y le concedió la felicidad de toda su vida. 
Enseñanza:

Siempre debemos reconocer con humildad y honestidad nuestras equivocaciones.